“Cinco
siglos igual” de León Gieco era lo que le cantaba cuando apenas acababa de
llegar al mundo, de alguna forma parecía entenderlo todo sin saberlo y aquel ritmo
la hacía reír, le divertía el sonido de mi voz, el sonido de una composición
que venía de los tiempos de Conquista y genocidio indígena, para plasmar la
actual realidad del continente hermano, sus injusticias, los abusos de unas élites podridas trasformadas en corporaciones, multinacionales, petroleras, bancos,
gobernantes corruptos y otras bandas criminales que siguen destruyendo la Madre
Tierra, el corazón de un pueblo masacrado que jamás perdona ni olvida.
siglos igual” de León Gieco era lo que le cantaba cuando apenas acababa de
llegar al mundo, de alguna forma parecía entenderlo todo sin saberlo y aquel ritmo
la hacía reír, le divertía el sonido de mi voz, el sonido de una composición
que venía de los tiempos de Conquista y genocidio indígena, para plasmar la
actual realidad del continente hermano, sus injusticias, los abusos de unas élites podridas trasformadas en corporaciones, multinacionales, petroleras, bancos,
gobernantes corruptos y otras bandas criminales que siguen destruyendo la Madre
Tierra, el corazón de un pueblo masacrado que jamás perdona ni olvida.
Cuantas
aventuras y sueños se pueden experimentar en apenas diez años con una hija, no
habría espacio suficiente en un escrito para definir todas esas horas de risas,
llantos, bosques perdidos, parques infantiles, salas de urgencia, fiebres
altas, miedo a lo invisible, noches enteras en vela mirando el sueño de la cara
más dulce, viajes, horas de avión, de barcos perseguidos por delfines y
ballenas.
aventuras y sueños se pueden experimentar en apenas diez años con una hija, no
habría espacio suficiente en un escrito para definir todas esas horas de risas,
llantos, bosques perdidos, parques infantiles, salas de urgencia, fiebres
altas, miedo a lo invisible, noches enteras en vela mirando el sueño de la cara
más dulce, viajes, horas de avión, de barcos perseguidos por delfines y
ballenas.
Sería
imposible explicar cuanto amor se puede entregar sin pedir nada, quizá esos
seres amados nunca lleguen a ser capaces de medir los inmensos parámetros de la
ternura, no me importa, el amor debe darse siempre sin pedir nada a cambio, es
como la brisa que llega perfumada en primavera que nos regala su frescura, el
olor a flores y tierra mojada por el rocío.
Otra
hija me espera allá en la lejanía, no he podido compartir con ella más que
algunos días, quiero repetir la experiencia mágica, el sueño que añoro, también
las risas interminables y la fragancia pura de la esperanza.
imposible explicar cuanto amor se puede entregar sin pedir nada, quizá esos
seres amados nunca lleguen a ser capaces de medir los inmensos parámetros de la
ternura, no me importa, el amor debe darse siempre sin pedir nada a cambio, es
como la brisa que llega perfumada en primavera que nos regala su frescura, el
olor a flores y tierra mojada por el rocío.
Otra
hija me espera allá en la lejanía, no he podido compartir con ella más que
algunos días, quiero repetir la experiencia mágica, el sueño que añoro, también
las risas interminables y la fragancia pura de la esperanza.
http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es
Pintura de Carol Whitehead
Ese amor solo lo llegamos a entender y sentir cuando somos madres o padres, las hijas, los hijos son incapaces de sentirlo, nos recordarán cuando ya partamos de la tierra para siempre. Estremecedor relato. Gracias. Susi
Yo todavía no he podido olvidar todo el amor que me dio mi padre. Seguro que un amor tan bello como el de quien ha escrito este bello post. Felicidades por este blog imprescindible.