23 septiembre 2023

Alienación parental y destrucción del amor incondicional

«No te preocupes por las personas de tu
pasado, hay una razón por la que no llegaron a tu futuro»
 

Paulo Coelho

Lo verdaderamente
triste no es el hecho de separar a un padre de su hija, de su hijo, lo que daña
el corazón y eso que llamamos alma, es que cada víctima quedará marcada de por vida
por ese odio irracional, por las frustraciones de progenitoras que no supieron
superar el fin de una relación, que arrasaron por todo, no solo con sentimientos
y lazos eternos, también por gran parte de lo material.

El Síndrome de
Alienación Parental (S.A.P.) es un término acuñado por el profesor de
psiquiatría Richard Gardner en 1985, para referirse a lo que acertadamente
describió como un desorden psicopatológico en el cual las hijas o los hijos se separan,
denigran e insultan sin justificación alguna a uno de sus progenitores,
mayoritariamente al padre, negándose a tener contacto con él.

El profesor Gardner afirma que una niña o niño puede mentir cuando relata una experiencia
de abuso por parte del padre, porque su madre ha introducido ideas falsas en su
mente, programándolo en contra del padre, generando que la menor tenga la
convicción de que realmente ha ocurrido tal abuso, que en la mayoría de los
casos detectados como SAP se trataban únicamente de una estrategia premeditada
y programada por las madres para alejar a las niñas y niños de sus padres.
Utilizando normalmente las falsas acusaciones en contra de los progenitores
varones.

En los casos más
graves las menores comparten estas fantasías paranoides, llegando al extremo de
ser presas del pánico ante la perspectiva de tener que visitar a su padre.

Se
trata de un vínculo patológico entre la madre y cada menor, que no puede ser
cambiado por cualquier tratamiento mientras continúen conviviendo con su madre.

Gardner afirma que es característico en las menores involucradas en el proceso de
deterioro, hecho que logra la progenitora “alienadora” mediante un mensaje y un
programa, constituyendo lo que normalmente se denomina “lavado de cerebro”.

Desarrollando las niñas y niños que sufren este síndrome un odio patológico e
injustificado hacia el progenitor alienado que tiene consecuencias devastadoras
en su desarrollo físico y psicológico.

Son destacables
algunos indicadores que permitirían detectar estos síntomas de maltrato:

*Impedimento por
parte de uno de los progenitores a que el otro progenitor vea a sus hijas o
pueda convivir con ellas.

*Desvalorizar e
insultar al otro progenitor en presencia de la niña o el niño.

*Subestimar o
ridiculizar los sentimientos de las niñas o niños hacia el otro progenitor.

*Incentivar o
premiar la conducta despectiva y de rechazo hacia el otro progenitor.

*Influir en las
niñas o niños con mentiras sobre el otro progenitor llegando a asustarlos.

*En las niñas o
niños puede detectarse cuando éstos no pueden dar razones o dan explicaciones
absurdas e incoherentes para justificar su rechazo; y también si utilizan
frases o palabras impropias de su edad, como diálogos similares o idénticos al
del progenitor “alienador”, llegando incluso a inventar y mencionar situaciones
de abuso o maltrato que jamás han sucedido.

Esas madres son
incapaces de reflexionar que con razón o sin ella, utilizan a sus hijas o hijos
para vengarse y molestar a su ex pareja, sin pensar para nada en las
consecuencias mentales y emocionales que les ocasionará en sus vidas.

Separar a cualquier
niña y niño de su padre, de sus abuelos es un inmenso acto de crueldad, de
maldad ilimitada, que sin ninguna duda un día se volverá en contra de quienes
son capaces de llevar su odio visceral, sus frustraciones a unos extremos criminales.

Cuando llega el
final de una relación sentimental nunca hay que olvidar que el otro ya no es tu
pareja, pero que para siempre seguirá siendo el padre de tus hijas o hijos, un
rol que por salud mental y emocional de la menor hay que conservar y estimular, simplemente es la esencia del amor verdadero.

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