
Rafael Medina Villalonga entrando en la localidad de Tocina (Sevilla) ©ICAS-SAHP, Fototeca Municipal de Sevilla, fondo Serrano
«(…) Vestían uniforme color caqui, botas de montar y sombrero cordobés. En el sombrero de este sombrío cuerpo ecuestre podía leerse el “detente”, un lema que decía: “Detente enemigo, que el corazón de Jesús va conmigo”. Creían que esto les libraba de los peligros y los legitimaba para la barbarie en los pueblos que querían controlar».
Paco Espinosa, historiador
El «Comisionista» en el caso de corrupción millonaria, Luis Medina, «feriante» del Ayuntamiento de Madrid de las mascarillas y los test de mala calidad comprados por el alcalde, José Luis Martínez-Almeida Navasqüés, alias «El Carapolla», mientras morían cientos de miles de personas durante la pandemia, viene a mostrarnos que el fascismo sigue incrustado en cada triste eslabón de la sociedad española, que el robo generalizado y refrendado en las urnas por votantes incautos y sinvergüenzas es un modus operandi normalizado desde los gobiernos patrios de la monarquía borbónica, de un sector importante de la judicatura que mira y calla, vulnerando un día tras otro la propia Constitución, que esta triste nebulosa de memoria sanguinaria y criminal tiene antecedentes claros en los años del brutal Holocausto Español, que diría Paul Preston, el mismo historiador que identifica con un mono blanco en la foto de esta publicación nada más y nada menos que al abuelo del susodicho corrupto amigo y colaborador del PP y del regidor de la capital española.
En dicha foto tomada el 4 de agosto de 1936, un mes antes de la de Capa, el historiador británico ha identificado a Rafael Medina como el individuo que viste un mono blanco y camina al frente de la Guardia Cívica (organización de nazis torturadores, violadores de mujeres y niñas y responsables de miles de ejecuciones sin juicio previo en media Andalucía). Se les ve exultantes, triunfantes, en pleno ejercicio del terror a su paso por uno de los pueblos de Huelva. Compañero del temido monstruo psicópata, Ramón de Carranza, en la represión de los pueblos del Aljarafe sevillano. El sanguinario Medina Villalonga, después de participar activamente en la sublevación franquista, pasó a formar parte de la columna del terror que se integra en la llamada Policía Montada. Este grupo paramilitar se dirigió a Huelva desde Sevilla para realizar tareas de “limpieza” por los pueblos del suroeste desde agosto de 1936 hasta marzo de 1937, cuando la columna pasó a la Falange.
Nada ha cambiado, ahora no dan siniestros paseíllos y sacas para fusilar inocentes como el propio Federico García Lorca y much@s más, para violar mujeres republicanas en manada hasta la muerte, se han modernizado para seguir delinquiendo, robando, pero sin tanta sangre, Europa los mira con lupa, lo saben bien quienes mueven los hilos del poder en Españistán, la moda es robar a manos llenas, da igual que sea en momentos donde miles de personas mayores morían asesinadas por abandono y dejación política en cientos de residencias geriátricas madrileñas, daba todo igual, lo que importaba era llenarse los bolsillos de dinero robado al pueblo, es la misma delincuencia organizada, el mismo funcionamiento de banda criminal de aquellos falangistas asesinos, ahora con chaqueta y corbata, perfumes caros, vicios inconfesables, juergas en reservados de cualquier garito de Madrid con putas y polvo en abundancia.
Duele decirlo en estas letras con esa foto que trasmite tanto horror, lo miro y me tiembla algo dentro de mi pecho, son los mismos que asesinaron a cientos de miles en toda España, los mismos que mataron a mi abuelo, a mi tío el bebé de cuatros meses en su cuna, que destrozaron la vida de mi familia, de tantas familias víctimas de su codicia desmedida, de su odio de clase con las personas más desfavorecidas.
Robar todo lo que se pueda es el lema, antes era matar y saquear propiedades y niñ@s, aunque ahora sigan asesinando de otra forma limpiando las arcas públicas, dejándonos sin recursos para la sanidad pública, los servicios sociales, la desestructurada educación pública, todo para que cuatro mangantes se hagan multimillonarios en cuatro días.
Más historias
Sordo
Destrozo democrático
Memoria del escarnio