10 junio 2023

Corrala Utopía: Dignidad y esperanza en un régimen podrido

En la semana previa en la que los talibanes de la
yihad ultra católica y derechista, saldrán a las calles a pasear sus cristos, vírgenes,
osarios, brazos incorruptos, reliquias de uñas, pelos de santos y otros símbolos repugnantes, familias enteras fueron desahuciadas en la
Corrala Utopía por un régimen, donde los ladrones de guante blanco confiesan
sus pecados ante curas de ojos vendados, con narices tapadas para no vomitarse en
medio del confesionario.

Evangélicas orgías de tipos con gorros de pico muy
parecidos a los del Ku Klux Klan, donde se lanzan alabanzas al triste gobierno,
bramando contra el aborto libre y gratuito, a favor de los poderosos de misa diaria, los
enriquecidos que sacian con sobres, con dinero negro, los vicios de sus
esbirros en cada estamento donde se pueda robar a manos llenas.

En la antesala de una nueva semana de canticos en los
maidanes del espíritu santo, un grupo de 22 familias eran expulsadas por más de
cien policías de la Corrala Utopía, donde vivían con la luz y el agua cortadas desde
hace año y medio por IBERCAJA, propietarios del edificio.

Gente buena, humilde, trabajadora, que no tuvo
otra salida que tomar la plaza del Ayuntamiento de Sevilla, convirtiéndola en
un símbolo de resistencia popular. Una acampada valiente, de mujeres
luchadoras, las que no se conforman con que la casta del saqueo nos conduzca a
la miseria y el hambre, las que no agachan la cabeza ante una gentuza que
amparados por sus millones y medios de manipulación masiva, presumen de
moralismo y honradez entre escándalos permanentes de corrupción.

Allí en la plaza está Manoli de 65 años, toda una
vida trabajando como limpiadora, que al no poder afrontar el
  pago de la hipoteca perdió todos sus ahorros,
incluso el plan de pensiones.

Ana desahuciada sin previo aviso por el Banco
Popular, con un marido con enfermedad crónica.

Aguasanta con tres hijos, sin trabajo, sin ingresos
suficientes para seguir pagando una vivienda para ella y sus chiquillos.

Elena que lleva tres años en el paro, que fue
peluquera, cajera de supermercado, limpiadora, que vive con su pareja también
desempleado.

Toñi con 44 años y un hijo de 12 a su cargo, que a
finales de septiembre perdió su empleo y se quedó sin paro ni ayudas, condenada
en un juicio por no poder pagar del que encima tendrá que cubrir los costes
judiciales.


Pequeñas historias que reflejan la realidad de
millones de personas en todo el estado español, castigadas a muerte por la
mafia gobernante, por el corrupto poder financiero de la banca, que cuenta con
cientos de miles de viviendas vacías robadas a honradas familias que no podían
pagarlas, unas propiedades que debemos ocupar, porque son nuestras, de la
ciudadanía que necesita un techo.

Este holocausto económico, este genocidio social
gestionado vergonzosamente por el régimen español no tienen parangón en la
historia. Por eso Manuela, Aguasanta, Toñi, Elena y sus compañeras/os se han
alzado, lanzando sus gritos de lucha. Unas consignas justas, que han traspasado
las fronteras de una España en manos de gobernantes psicópatas, que matan de
hambre a la infancia, que retiran ayudas a enfermos/as dependientes causando miles
de muertes en los últimos dos años, que generan cientos de suicidios cada mes,
que condenan a millones de familias a sobrevivir en la pobreza extrema, que
especulan con algo tan fundamental como la vivienda, un derecho constitucional
que ignoran premeditadamente, con el único fin de llenarse los bolsillos con
dinero manchado de sangre obrera.

La ocupación de viviendas es una herramienta de
lucha y resistencia social, es lo que hay que hacer: casa vacía propiedad de la
banca, patada en la puerta y a vivirla. No podemos permitir que nos roben lo
que nos pertenece, que nos condenen a la indigencia mientras ellos se
enriquecen a costa de nuestro sufrimiento, de nuestra pobreza.

Un sistema que se define asimismo como democrático
jamás lo será si es incapaz de asegurar las condiciones de vida de la
ciudadanía, de lo contrario será solo una putrefacta dictadura disfrazada de
democracia, donde se le niega la vivienda a familias enteras, se rescata a la
banca con dinero público, el de nuestros impuestos, el de la sanidad y la
educación, para que la banda del coche oficial tenga con que pagarse sus lujos caros.

Hay millones de pisos vacíos en todo el estado,
suficientes para que no haya ninguna familia sin casa, el gobierno tiene la
facultad de expropiarlos en caso de necesidad social, si no lo hacen es porque
no quieren, porque su asquerosa prioridad es beneficiar al poder financiero,
pisotear los derechos del pueblo.

La lucha de las mujeres y hombres de la Corrala
Utopía ya está ganada pase lo que pase, es la victoria de quien lucha hasta el
final, de quien no tiene miedo al criminal poder, quienes con un lenguaje claro,
sin ambages, dicen lo que sienten, combaten a la mafia en una epopeya de
justicia poética, coraje, resistencia y heroísmo.

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