otra cosa es morirse de vergüenza. Por eso ahora me podés preguntar
y sobre todo puedo yo responder. Uno no siempre hace lo que quiere,
pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere…
Mario Benedetti –
Hombre preso que mira a su hijo
Igual que no entiende las matanzas de
elefantes del decrepito Borbón, tampoco entiende la chiquilla porqué
me han trasladado de mi trabajo. Yo le comenté que era por mis
ideas, por mis principios. ¿Entonces ahora ya no trabajas cerca de
casa? Yo le contesté que no, que tuve que marcharme de forma forzada
a otro lugar, donde tenía que desarrollar nuevas tareas
que nada tienen que ver con lo que hice toda mi vida.
¿Pero tu podrías haberte negado, tu
me has hablado de los derechos de los trabajadores? Si, le dije,
todavía quedan derechos, pero los que gobiernan que se parecen a los
que mataron a tu bisabuelo Pancho el comunista en 1937 por sus ideas, aprobaron una ley
que se llama Reforma Laboral, con la que pueden despedirme cuando
quieran sin derecho a nada. Si esto pasara, le comenté, me quedaría
sin nada después de casi 20 años. Por eso, insistí,
tuve que marcharme de mi puesto de trabajo, porque alguien que gana
mucho dinero y que vive en una zona residencial de gente enriquecida,
no quiere que siga en ese puesto, le molesta que no piense como ella,
que no agache la cabeza, que defienda mis ideas y sobre todo que
tenga dignidad y coherencia en mi forma de actuar y pensar.
Mientras comprábamos verduras para la
ensalada me dijo muy seria ¿Y esa señora no piensa en tus padres
mayores que te necesitan cerca? ¿Le da lo mismo que interrumpas un
trabajo que beneficiaba a tanta gente? Muchacha, le dije, no te
preocupes que uno se adapta a todo, ahora inicio otra etapa, me
acogieron bien en mi nuevo destino, solo estaremos un poco
más lejos y ya no podré llegar rápido a tu cole si te pones
malita, pero al menos tengo trabajo. Tu ya sabes que muchos papás y
mamás de tus amiguitos están desemplead@s y no tienen dinero para
alimentos y ropas, que tienen que ir a ese lugar que hemos visto,
donde la gente hace cola para recoger comida. Así que no te sientas
mal, tu sabes que sigo luchando y que nunca traicionaré mis ideas
ante amenazas, presiones y chantajes de esa gente tan mala.
un rato callada, agarró mi mano un poco más fuerte y noté su
energía, una fuerza inusitada que renueva mi alma cuando estoy bajo
de ánimos. Luego ya en casa me trajo un vaso de zumo, siéntate y
descansa, me dijo, mirando la bandera republicana que tengo junto a la
puerta: vendrán tiempos mejores y como dice aquel himno que cantamos
con el puño levantado en el coche y en la playa, si papá, el de los
frailes y curas que suben al coro más alto, el de Riego:
“¡¡¡libertad, libertad, libertad!!!”.
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