A todo el equipo educativo del CEI Cortijo de San Gregorio.
Dicen que los sueños son sueñitos cuando somos niñ@s y que por eso necesitamos “reparadores” que nos enseñen a navegar por este grandioso mar que es la vida. Pequeños empujones invisibles para vislumbrar toda esa eternidad de conocimientos que la Madre Tierra nos pone en nuestro camino para que rebusquemos, investiguemos inmersos en sus tibias aguas de luz para aprender que la claridad es la única salida.
Agitando toda esta vida me he encontrado a través de mi hija Famara con una experiencia educativa de primer orden en una escuelita de un barrio de Las Palmas de Gran Canaria: El CEI Cortijo de San Gregorio en Piletas, Tamaraceite, un oasis en el desierto de estos tiempos de recortes y privatizaciones de lo público, un centro con unos altos niveles formativos, que promueve una pedagogía que llega al corazón de cada niñ@, al menos en mi hija lo han logrado y tanto su emprendedor director, Carlos, como su profesora, Mari Mar, han estado presentes en su vida, me los ha nombrado muchas veces en nuestros recorridos juntos por montañas, playas y ciudades lejanas. Me ha hablado del buen trato, del amor trasmitido en cada clase, de un cariño que traspasa las aulas y se hace vigente en cada gesto.
Como padre es una verdadera satisfacción que existan equipos educativos con este grado de compromiso, precisamente en unos momentos donde no es nada fácil que te dejen enseñar en condiciones desde la administración, con unos políticos entregados al despilfarro de lo público y empeñados en terminar con la esperanza y el entusiasmo de la mayoría de los docentes de estas islas. Cargos públicos que reducen al máximo las listas de sustitut@s y profesor@s, que cierran los colegios que no les son rentables electoralmente, que baten records en Canarias de fracaso escolar, que se suben los sueldos mientras siguen recortando en sanidad, educación, servicios sociales, potenciando el despilfarro de una inútil policía canaria, de un monumento a la vulgaridad y la prepotencia en la Montaña de Tindaya, millones de euros perdidos en autopistas a ninguna parte pasando por encima de espacios naturales protegidos y un largo etcétera de mangoneos. Todo un cumulo de despropósitos auspiciados desde una clase política que roza el esperpento, que indignan a todas las personas de buena voluntad que siguen, seguimos creyendo en que la educación de calidad es fundamental en toda sociedad democrática.
Famara no va olvidar nunca esos momentos tan bellos en este colegio construido hace muchos años en las faldas de la Montaña aborigen de San Gregorio, Mari Mar será siempre parte de sus recuerdos más hermosos, igual que el huerto ecológico promovido por Carlos, los cernícalos que sobrevuelan el hermoso patio repleto de juegos, las actividades extraescolares, todo el esfuerzo de un equipo de docentes comprometid@s en un proyecto educativo, que aunque no lo crean nos llega al corazón de muchos padres y madres.
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