2 octubre 2023

La niebla de la conciencia

Mancha, el hermoso y noble perro dálmata de mis
amigos Nieves y Octavio, no dejaba de acercarse al lugar exacto, preciso, donde
los fascistas tiraron a cientos de hombres y mujeres en la Sima de Jinámar.
Volvía una y otra vez al mismo punto, “la bajada de la muerte”. Olía, miraba el
abismo, parecía saberlo todo, captar la energía del inmenso dolor, como si un
sexto sentido le desvelara todo lo que sucedió, la inmensa maldad del ser
humano, el brutal genocidio cometido sobre un pueblo libre y fraterno.

Era incapaz de indagar en otro lugar, siempre el
mismo sitio, la bajada, donde tiraron a cientos, quizá a miles de hombres y
mujeres. El perro rondaba el peligro, yo sabía que no se caería, aunque sus
dueños se preocuparan tanto, solo trataba de definir en su mente de animal no
humano lo que allí había sucedido, quizá no entendía porque esos otros seres de
dos patas habían sido capaces de generar tanto sufrimiento, algo tan duro como
matar por matar, no para comer o sobrevivir.

Mancha acabó atado, el miedo a que acabara en el
fondo del abismo, que perdiera por un instante el control, que volara hasta el
fondo oscuro de la chimenea volcánica, ese lugar oscuro a ochenta metros de
profundidad donde reposan tantos huesos humanos, restos de maestros, abogados,
alcaldes, obreros y obreras asesinados por los fascistas a partir del sábado 18
de julio de 1936.

De regreso el can parecía pensar en lo que sintió,
lo que percibió con ese sexto sentido que ya la especie humana hemos perdido,
esa niebla de su nebulosa mental, sin entender porque somos como somos, capaces
de volar en nubes tan negras de la historia.

La nobleza de Mancha sembró de esperanza por unos
instantes ese lugar de tristeza y dolor, el acantilado teñido de sangre inocente,
ahora regado de amor por un ser sin rencor ni odio, capaz de sentir, de notar
en las glándulas de su alma lo que desgraciadamente la avanzada humanidad es
incapaz de percibir, escuchar los alaridos, quizá ladridos del viento en lo más
recóndito de nuestras conciencias.

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