“Tenemos la Tierra sólo durante un tiempo breve, para usarla y dejarla intacta”.
Maasai – Kenia
Haciendo un repaso por el mundo vemos como el imperio de la banca y el dinero siguen financiando guerras y esquilmando las vidas de millones de seres humanos, que mueren de hambre y sed víctimas de la ambición de esos poderosos, cinco o seis grandes fortunas que mueven los hilos de los gobiernos títeres de las democracias burguesas de este sanguinario sistema. Territorios destrozados, inmensas selvas con toda la vida que albergan pasto de las llamas y la codicia de las madereras y multinacionales del petróleo y la farmacia. Mares contaminados y sobreexplotados por las pesquerías abusivas de los grandes consorcios, que arruinan y extinguen a pasos agigantados la vida marina.
Esta cohorte de vampiros se reúnen en los encuentros del G20 o del Fondo Monetario Internacional, se ponen hasta las cejas de abundantes banquetes entre perfumes caros y presidentes corruptos. Ministros de la muerte y gobernantes que hacen su siniestro papel en defensa de las oligarquías mundiales. Algún rey trasnochado cómplice del fascismo, jeques árabes de los que esclavizan mujeres o cortan cuellos a los que no les siguen su juego. Mucho dinero en sus billeteras, pero sobre todo glamour, mucho glamour, apretones de manos, abrazos hipócritas y fotos de grupo con sonrisas babosas, insensibles a la miseria, a la pobreza y a la muerte por inanición de los pueblos empobrecidos de la Tierra.
Mientras en cualquier rincón triste de Colombia, Calcuta, Etiopía o las reservas aborígenes de Australia, grupos de niñ@s rebuscan en la basura, llenan bolsas con comida putrefacta para sus familias, mueren víctimas de enfermedades erradicadas en el mundo de la opulencia y el despilfarro.
Este es el camino elegido por el sistema más depredador que ha conocido la humanidad, la senda de la exterminación de la vida para llenar sus cuentas corrientes, el destrozo de la naturaleza y la contaminación de la atmosfera, sin importarles las graves consecuencias para las generaciones futuras, que heredarán un planeta arrasado, oscuro y con millones de especies vegetales y animales extinguidas.
Los indios norteamericanos lo dicen claro desde sus reservas, nos avisan de que la Madre Tierra está siendo abandonada por el Gran Espíritu. Gran Manitú se está sintiendo avergonzado de la especie humana y nos pide volver a abrazar a nuestros hermanos y hermanas los animales, a los inmensos árboles, las secuoyas de sus sueños mágicos ahora amenazadas por las motosierras y la avaricia.
La esperanza sigue alumbrando en muchos ojos de las personas que no compartimos este holocausto natural y humano, confiamos en cambiar esas estructuras tan injustas, convencer al mundo de que este no es el camino, que debemos avanzar hacia una sociedad respetuosa con el medio ambiente, con las culturas ancestrales, con los animales y con un ser vivo que nos cobija al que llamamos Tierra, que siente y percibe tanta degradación en su propia carne herida y masacrada.
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