Huelen a mar, esa mayoría silenciosa que fue
arrojada al mar en Canarias, miles de personas buenas, amantes de la libertad,
de la democracia, que fueron sacadas a la fuerza por las “Brigadas del amanecer”, con violencia, a golpes, patadas, insultos, por aquellos niños ricos, hijos de condes
y marquesas, industriales tabaqueros violadores de mujeres, empresarios del
tomate, ingleses caciques criminales del sur de Gran Canaria, vergonzosos
personajes culpables de un genocidio orquestado por la Iglesia Católica, Falange,
un ejército fascista, genocida, arrojando al mar lo mejor de nuestra
tierra, atados de pies y manos, en sacos de guano, en el mar, en el inmenso
mar, donde la sal quemó sus huesos, lo poquito que les fue quedando de conciencia
y amor, ese trocito de luz que llevan dentro las personas buenas, las que dan
todo sin pedir nada a cambio, ese mar, ese inmenso mar que rodea unas islas
desgraciadas, desafortunadas, donde miles de hombres y mujeres reposan en sus
profundidades, en las fosas marinas, entre estrellas de mar y corales, corales
rojos, con formas eternas, las que conforman la esperanza de los pueblos que
luchan y claman hasta el final por su libertad.
arrojada al mar en Canarias, miles de personas buenas, amantes de la libertad,
de la democracia, que fueron sacadas a la fuerza por las “Brigadas del amanecer”, con violencia, a golpes, patadas, insultos, por aquellos niños ricos, hijos de condes
y marquesas, industriales tabaqueros violadores de mujeres, empresarios del
tomate, ingleses caciques criminales del sur de Gran Canaria, vergonzosos
personajes culpables de un genocidio orquestado por la Iglesia Católica, Falange,
un ejército fascista, genocida, arrojando al mar lo mejor de nuestra
tierra, atados de pies y manos, en sacos de guano, en el mar, en el inmenso
mar, donde la sal quemó sus huesos, lo poquito que les fue quedando de conciencia
y amor, ese trocito de luz que llevan dentro las personas buenas, las que dan
todo sin pedir nada a cambio, ese mar, ese inmenso mar que rodea unas islas
desgraciadas, desafortunadas, donde miles de hombres y mujeres reposan en sus
profundidades, en las fosas marinas, entre estrellas de mar y corales, corales
rojos, con formas eternas, las que conforman la esperanza de los pueblos que
luchan y claman hasta el final por su libertad.
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