Esta llamada realizada desde una cobarde identidad oculta y que si denunciamos se podría identificar, nos demandaba de forma amenazante que se parara de forma inmediata el trabajo de recuperación de memoria histórica en esta zona de Gran Canaria. Que todo es mentira, que lo que se dice en el documental “La Memoria Interior” es falso, que el bebé Braulio González García, hijo de uno de los fusilados y asesinado por un falangista en su propia cuna jamás existió. En definitiva esta voz del pasado más siniestro pretendía cercenar nuestros derechos para la dignificación de nuestros muertos masacrados por la barbarie fascista, usando las mismas tácticas de sus antecesores que fusilaron y llenaron pozos y simas de personas inocentes, que torturaron, robaron niños y acabaron en pocos años con lo mejor de nuestro pueblo.
Los familiares de los fusilados de San Lorenzo hemos sufrido desde abril del pasado año 2010 distintas amenazas y coacciones, todas con el objetivo de tratar de amedrentarnos y sembrar ese miedo ancestral en nuestras vidas, contagiarnos de un desasosiego que hemos sabido superar durante más de 70 años de resistencia ante los embates del fascismo. Una estrategia vergonzosa de esta gentuza que ha ido desde el intento de desprestigio en nuestro puesto de trabajo advirtiendo a nuestros jefes de que somos “trabajadores conflictivos”, a las presiones para que modifiquemos nuestra estrategia de lucha en beneficio de reivindicaciones partidistas.
Todo esto que está pasando nos alegra profundamente y manifiesta que estamos en el buen camino, que los doberman están enrabietados por todas las consecuciones y avances de nuestro honesto y humilde trabajo.
Ladran, luego cabalgamos.
Como dijo Isaac Puente, la miseria es el síntoma, el mal es la esclavitud, porque es ésta la que nos conduce irremisiblemente a la miseria. Aguante toda la gente que sigue luchando día a día para limpiar los últimos despojos del fascismo clásico, y toda aquella que lucha por hacer frente al neofascismo, encarnado en la piel de políticos, empresarios, sindicalistas de sillón y doble moral…
Salud y revolución
Mil gracias Nelo por tu comentario. SALUD Y REBELDÍA.
Quizá, cuando se produjo la transición, la tibieza de quienes participaron del proceso, ha evitado que el pensamiento avanzase a la misma época en que se producían los hechos. Fruto de ello, seguramente, sea el que una parte importante de ese mismo pensamiento quedó anclado al pasado. No supo, por lo que se comprueba, liberarse de las ataduras y avanzar de acuerdo con los nuevos tiempos.
Por repartir responsabilidades, habrá que achacar una parte de las mismas a la castrante educación que se padeció, durante la larga y oscura noche en la que estuvimos sometidos a los designios del golpista del superlativo. La iglesia por un lado, y la escuela – excesivamente sometida a los influjos de aquélla – por otro, condujo a la situación actual. Hay quienes piensan, erróneamente, que todavía son algo y, de serlo, son una mera caricatura de un tiempo que habrá de ir quedando exclusivamente relegado a los libros de Historia. Salud. El que lleva es, indudablemente, el buen camino, de ahí los "nervios" de algunas personas.
Amigo Leonilo. Llevas razón en tu análisis sobre esa transición y todo el engaño a tantas víctimas del franquismo y sus familias. Esas caricaturas del pasado pretenden seguir imponiendo su ley de sangre y muerte. No lo van a conseguir. Salud y Revolución.
He leido el artículo y oido la entrevista de Pino González. No le falta razón cuando comenta que toda vuestra (…y nuestra)lucha se ha convertido en un movimiento social, el cual debe molestar por la fuerza e impluso que va cogiendo. Supongo que nunca imaginaron que familiares de aquellos a los que acosaron se movilizarian para sacar la verdad a la luz.
Sabes que pasa? que el miedo antes paralizaba… ahora te da fuerza para seguir adelante.
Seguiremos apoyando de la forma y manera que podamos desde cualquier parte del mundo.
Salut i abraços
Muchas gracias a ti también Natalia. No nos sentimos solos en esta lucha por la memoria. Un fuerte abrazo.