10 junio 2023

Las colas del hambre en la España del dolor

Son millones de personas las que cada día hacen cola
en todo el estado español para poder comer, tal como sucede con los cientos de
suicidios mensuales por motivos económicos, el pacto del degenerado poder con
la mayoría de los medios de comunicación nos oculta esta tristísima realidad,
la de un país devastado por un gobierno nefasto, metido hasta el cuello en la ciénaga
podrida de la corrupción.

Las vemos en Cádiz, Valencia, Badajoz, Albacete, en
cualquier barrio de Madrid, Barcelona, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz
de Tenerife, la colas del hambre nos golpean la conciencia, rostros de personas
desesperadas con bolsas en las manos, sin nada, abandonadas, desamparadas por
una clase política depredadora, que gestiona el patrimonio público con el único
objetivo de enriquecerse en el menor tiempo posible.

Más de tres millones de niños y niñas en situación
de hambre, de empobrecimiento extremo, cada vez más gente durmiendo en las
calles, familias enteras desahuciadas por la usura bancaria y sus adiestrados
esbirros del coche oficial, los golpes, las patadas y las pelotas de goma
contra los derechos civiles del pueblo.

Las colas del dolor en una España destruida,
arrasada, hundida entre recortes sociales, estafas políticas, saqueos y robos,
filas inmensas de personas, interminables en cada calle, esperando la obsoleta
beneficencia de los bancos de alimentos, las parroquias y otras instituciones
utilizadas por el régimen como tapaderas de la miseria generalizada.

Esa buena intención de muchas personas que colaboran
en esas entidades se ve enturbiada por las acciones del mal gobierno, utilizan
la caridad para tapar el verdadero rostro del sufrimiento ciudadano, sus
corruptelas, sus vergonzosas políticas marcadas, dictadas, escritas con tinta roja
de sangre obrera por la mafia financiera internacional del FMI, del BCH, de la
Unión Europea, del imperialismo criminal de los Estados Unidos.

Cada cola destroza el horizonte como la marea negra
de un petrolero hundido, como las filas de millones de seres humanos hacinados
bajo el invierno gélido de la Europa de los años 40, muertos en vida, sacos de huesos, antes de
entrar en los hornos crematorios de los campos nazis.

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Cola de miles de personas en el banco de alimentos de Valencia, España