10 junio 2023

Los fusilados de Tamaraceite, ejemplo de dignidad para la lucha de los pueblos (1)

«Muero satisfecho.
Nuestro es el triunfo.
Que
tiemblen mis verdugos,
que
tiemblen los traidores.
Que
tiemblen los que han
obligado
a mi pueblo a comer tunera».


Matías
López Morales
Carta de despedida el día
de su fusilamiento, 29 de marzo de 1937
Cuando Juan Santana Vega, celebraba
entre compañer@s y vecin@s su elección
como alcalde y la victoria en las elecciones municipales del 12 de
abril de 1931, en unos comicios que habían dado el triunfo
aplastante al Frente Popular en el municipio de San Lorenzo, no
imaginaba que ya los terratenientes de esta zona de Gran Canaria
compinchados con el clero y gran parte del ejercito elaboraban las
listas negras, con los nombres de todas las personas que pensaban
ejecutar, fusilar o desaparecer en cualquier pozo, sima volcánica o
en la peligrosa Mar Fea, muy cerca de la Playa de La Laja.
Años antes este humilde albañil y
sindicalista, organizaba junto a otros hombres y mujeres
comprometidos la lucha en contra del caciquismo y la explotación
laboral. Una realidad de semiesclavitud en manos de una casta
empresarial sin escrúpulos, que presionaba, chantajeaba y
amedrentaba a la población trabajadora, pidiendo el voto para los
partidos de la derecha más reaccionaria, la misma que apoyó el
golpe de estado fascista del General Franco en 1936.
En los pocos años de gobierno
municipal el alcalde comunista Juan Santana, conocido en el pueblo
como “Juan Machado, se rodeó de lo mejor de su gente y comenzaron
a desarrollar políticas sociales para acabar con la extrema pobreza,
con el analfabetismo de la mayoría de la población, tratando de
convertir San Lorenzo en un ejemplo de gestión política al servicio
del pueblo y de los sectores más empobrecidos de la caciquil
sociedad de los años 30. Fueron muchas las esperanzas de cambio de
las miles de personas humildes que les votaron superando el miedo y
el chantaje de los terratenientes, de una oligarquía reaccionaria,
dispuesta a todo, incluso de matar, para mantener su estatus más
siniestro.
El 18 de julio del 36 el isletero
diputado comunista y contable de la empresa Los Betancores, Eduardo
Suárez, acompañado del Delegado Gubernativo, el socialista y
farmacéutico malagueño, Fernando Egea, pararon su coche ante la
multitud aglomerada en la Carretera General de Tamaraceite, para
decirles que mantuvieran la calma y no alteraran el orden público,
que ellos se dirigían al norte de la isla a organizar la resistencia
al golpe fascista. Meses después, el 5 de agosto a las 06,00 de la
mañana estos dos hombres justos y solidarios fueron asesinados tras
Consejo de Guerra sumarísimo. Era el principio de un genocidio
contra lo mejor de la sociedad de las islas en aquellos tiempos, que
generó la muerte de miles de canari@s
que defendían la democracia y la República.
Ese mismo día y después de que
Eduardo y Fernando partieran hacia Arucas, llegaron entre disparos,
gritos y golpes los militares y falangistas a Tamaraceite, la
movilización ciudadana se dispersó violentamente y el alcalde junto
con parte de su corporación huyeron por las fincas de plataneras
para evitar su captura y muerte. En pocas semanas en algunos casos y
en meses en otros fueron capturando a gran parte de los fugados y
unos pocos se entregaron, encerrándolos en el cuartelillo de la Casa
Consistorial del Ayuntamiento de San Lorenzo, desde donde los sacaban
para torturarlos en la soledad de Los Giles.
En uno de los registros y en la humilde
casa de uno de los fugados, el sindicalista, Francisco González, un
falangista vecino de Tamaraceite asesinó al bebé de 4 meses,
Braulio González, donde delante de sus hermanos y de su madre lo
sacó de la cuna y le destrozó su frágil cabecita contra la pared.
Este suceso refleja la brutal represión contra cientos de vecinos de
San Lorenzo, Tenoya, Tamaraceite y de otros barrios del municipio de
San Lorenzo, donde se torturó, se violó a mujeres y se desapareció
a militantes de la izquierda, posiblemente en el Pozo de Tenoya o en
la Sima de Jinámar.
La estrategia era clara y tuvo como
objetivo el amedrentamiento generalizado de los habitantes de un
municipio, que había votado masivamente al Frente Popular. Los
señoritos no podían perdonar a quienes habían luchado por los
derechos laborales y en contra de las injusticias y abusos de una
oligarquía sanguinaria. Por todo ello imputaron a un amplio grupo de
vecinos en el Consejo de Guerra, Causa nº 33/36, instruida por
delito de adhesión a la rebelión, presidido por el Teniente
Coronel, Manuel Cuartero Martínez, actuando como vocales los
Capitanes, Guillermo Siso Pedros, Daniel Rodrigo Macías, Fernando
Delgado Ríus, Candido Luis Salazar, Melchor Camón Gironza, entre
otros militares fascistas, que mancharon sus manos de sangre
inocente, quedando en la historia negra de Canarias como integrantes
y responsables directos del genocidio y la muerte de miles de
canari@s.
El fruto de este injusto proceso
sentenció a muerte el 26 de enero de 1937, al Alcalde de San
Lorenzo, Juan Santana Vega, al Secretario Municipal, Antonio Ramírez
Graña, al Inspector Jefe de la Policía Local, Manuel Hernández
Toledo y a los sindicalistas vinculados a dicha corporación
municipal, Matías López Morales y Francisco González Santana, que
fueron fusilados el lunes 29 de marzo del mismo año en el Campo de
Tiro de La Isleta a las 4 de la tarde.
Este día triste entraron en la
historia los cinco de San Lorenzo, unos hombres jóvenes, humildes y
comprometidos en la lucha por un mundo mejor. Entregaron su vida por
la democracia y la libertad y han obtenido un reconocimiento más de
70 años después, gracias al esfuerzo de sus familiares, que
lograron en una larga lucha y con muy poco respaldo institucional,
que se erigiera un monumento en su honor en el Parque de La
Mayordomía (Tamaraceite), la instalación de rótulos con sus
nombres en 4 calles y en una plaza de este actual distrito de Las
Palmas de Gran Canaria.
Hoy en día su ejemplo tiene más
sentido que nunca, precisamente en unos momentos de gravisima
vulneración de derechos sociales y laborales, con reformas y
durisimos recortes sociales orquestados por el capitalismo salvaje,
el mismo contra el que lucharon heroicamente hasta su muerte, Juan,
Antonio, Manuel, Matías y Pancho. Por este y otros motivos es tan
importante su valioso legado de dignidad y coraje para las
generaciones futuras.
La lucha sigue.

(1) Trabajo realizado para la sección «Memoria Historica Canaria» de Tamaimos.