Resulta patético mirar los telediarios manipulados, las caras falsas de sus comentaristas, la sarta de mentiras orientadas hacia la burda manipulación mediática, con el claro objetivo de tranquilizar a las masas, fomentar el conformismo y hacernos culpables de la brutal crisis. Cada día cuesta más enterarse de la verdad de lo que realmente sucede en el planeta, afortunadamente nos queda la prensa alternativa para obtener esa visión más objetiva de la realidad.
Viejos amigos me escriben desde La Habana esta tarde y me cuentan su noche maravillosa en la Casa de la Trova, un rincón medio mágico donde la poesía se hace música y compromiso rebelde. El ron sin Coca Cola sabe mejor al otro lado del imperio, donde todavía quedan ilusiones de un mundo liberado de tanta miseria. Me convidaron a creerles cuando me decían futuro y las 20.000 nuevas semillas volaron atravesando el Atlántico y las vi llegar sobre la vieja higuera que plantó mi abuelo en este viejo pueblo de Tamaraceite. Se hicieron necesarias muchas alas para alcanzar tantas esperanzas justas, las sigo construyendo en mi viejo taller de reparación de alas de mariposas heridas, pero alzadas y empeñadas en volar contra el viento helado del norte.
Todavía no conozco el calibre de la bala que turbará para siempre mis sueños haciéndolos eternos, pero mientras resisto y me aferro a este trozo de vida en forma de balsa de naufrago entre la tormenta. Por momentos la tristeza me invade y la combato mirando la inmensidad de la Montaña de San Gregorio, allí me esperan las mantis y la familia de águilas ratoneras, que siguen guardando la magia universal de aquel pueblo ancestral, que la hizo mujer y madre de todos los hombres.
La lucha sigue.
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