En este día de la constitución (con minúsculas) los privilegiados políticos españoles llevaron a cabo su “fiesta de la democracia”. El presidente del parlamento (sigo con minúsculas) por encima del bien y del mal, José Bono, lanzó su diatriba pidiendo unidad de acción entre los dos grandes partidos del bipartidismo, obedecer los dictados del “Merkozy” para al final entre risas y abrazos celebrar su banquete de vino español y papeo a costa del pueblo.
Viéndolos en televisión en su solemne acto resultaban repelentes, patéticos y muy alejados de la realidad de las millones de familias que sufren necesidades extremas, que no tienen trabajo, que tienen que regalar sus casas a la mafia bancaria por no poder pagar las hipotecas. Bono brillaba desde su poltrona contento a pesar de perder su partido las elecciones del 20N, satisfecho de su papel de miembro de un sistema sanguinario que invade países y asesina a cientos de miles de inocentes. Don José estaba hoy muy contento con la gran fortuna que ha hecho en tantos años ocupando cargos públicos. Extraordinariamente placido como su amigo Mayor Oreja y feliz en este nuevo día de consolidación de su carta magna, la de ellos, no la del pueblo, que contempla estupefacto el despilfarro y la corrupción generalizada en casi todos los estamentos del estado.
Escuchando a Bono sinceramente para mi y para mucha gente de esta zona del mundo no hay motivos para alegrarse, para brindar por una constitución diseñada a la medida de los millonarios. Que olvidó a tantas victimas del franquismo, que hizo que parte de la supuesta izquierda que resistió 40 años de brutal represión, se bajara los pantalones ante un nuevo régimen heredero de una dictadura fascista, entrando por el aro del conformismo y las vergonzosas concesiones al sistema capitalista.
Algunos diputados no asistieron y prefirieron denunciar la falta de democracia y la alianza de este nuevo partido al que ya much@s llaman PPSOE. Una nueva fuerza política que ahora nos gobierna desde el miedo a la crisis, con tan pocas diferencias en materia económica, ambos vendidos al reich franco-alemán y dispuestos a cargarse derechos sociolaborales conseguidos durante siglos de lucha obrera.
Nada que celebrar.
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