8 diciembre 2023

Nada que celebrar

Hay como una sensación en el aire de indefensión, de conformismo ante una realidad que se anuncia terrible para los sectores populares. Guerras inminentes rondan por Siria e Irán donde es casi segura una nueva intervención imperialista. Una crisis inventada y premeditada que camina con consecuencias imprevisibles para la clase trabajadora, mientras las delegaciones de gobierno del estado español se están armando hasta los dientes con material anti disturbios. La policía contenta desaloja espacios ocupados por gente desahuciada, lugares para la cultura y el alojamiento de personas humildes tomados a palos y balas de goma, por quienes se supone deben velar por la seguridad ciudadana.

El sistema capitalista ha sabido ocupar el planeta e implantar su particular “talón de hierro”, para dominar cada espacio de vida sobre la tierra, para imponer una brutal represión económica de consecuencias imprevisibles para la especie humana, que nos llevará inevitablemente si no lo paramos a una nueva forma de esclavitud, esta vez financiera y laboral en manos de bancos y corporaciones.

En este día de la constitución (con minúsculas) los privilegiados políticos españoles llevaron a cabo su “fiesta de la democracia”. El presidente del parlamento (sigo con minúsculas) por encima del bien y del mal, José Bono, lanzó su diatriba pidiendo unidad de acción entre los dos grandes partidos del bipartidismo, obedecer los dictados del “Merkozy” para al final entre risas y abrazos celebrar su banquete de vino español y papeo a costa del pueblo.

Viéndolos en televisión en su solemne acto resultaban repelentes, patéticos y muy alejados de la realidad de las millones de familias que sufren necesidades extremas, que no tienen trabajo, que tienen que regalar sus casas a la mafia bancaria por no poder pagar las hipotecas. Bono brillaba desde su poltrona contento a pesar de perder su partido las elecciones del 20N, satisfecho de su papel de miembro de un sistema sanguinario que invade países y asesina a cientos de miles de inocentes. Don José estaba hoy muy contento con la gran fortuna que ha hecho en tantos años ocupando cargos públicos. Extraordinariamente placido como su amigo Mayor Oreja y feliz en este nuevo día de consolidación de su carta magna, la de ellos, no la del pueblo, que contempla estupefacto el despilfarro y la corrupción generalizada en casi todos los estamentos del estado.

Escuchando a Bono sinceramente para mi y para mucha gente de esta zona del mundo no hay motivos para alegrarse, para brindar por una constitución diseñada a la medida de los millonarios. Que olvidó a tantas victimas del franquismo, que hizo que parte de la supuesta izquierda que resistió 40 años de brutal represión, se bajara los pantalones ante un nuevo régimen heredero de una dictadura fascista, entrando por el aro del conformismo y las vergonzosas concesiones al sistema capitalista.

Algunos diputados no asistieron y prefirieron denunciar la falta de democracia y la alianza de este nuevo partido al que ya much@s llaman PPSOE. Una nueva fuerza política que ahora nos gobierna desde el miedo a la crisis, con tan pocas diferencias en materia económica, ambos vendidos al reich franco-alemán y dispuestos a cargarse derechos sociolaborales conseguidos durante siglos de lucha obrera.

El vino añejo de Bono y su brindis al sol simbolizan la inmensa degradación de un estado entregado y vendido al poder del dinero, al imperialismo norteamericano y a esas cinco o seis grandes fortunas que manejan los hilos de la economía mundial.

Nada que celebrar.

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