22 marzo 2023

Pasajero del abismo

Los
guardias civiles entraron en la casa de Juan Francisco Castellano y lo sacaron
directamente de la cama donde yacía enfermo, a culatazos, patadas y empujones
lo llevaron hasta el camión de los Bravo de Laguna, donde unos quince hombres
estaban sentados, ensangrentados al fondo y custodiados por varios falangistas
de Las Palmas y Arucas.

La
metástasis del cáncer en su pulmón derecho le hacía toser de forma compulsiva,
perdiendo por segundos la respiración, lo que impulsaba a los fascistas a
golpearlo en la cabeza de forma violenta con la vara de acebuche.

-Esa
tos hijo de puta, estás podrido. –Gritaba el sargento Cardona con el tricornio
brillante bajo la luz de la luna de abril del 37-

Juanfra,
se acurrucó junto a Indalecio González y Salvador Hernández, ambos compañeros
de la Federación Obrera del norte de Gran Canaria, que trataron de
tranquilizarlo, mientras el vehículo atravesaba las plataneras del Valle de Jinámar
directos a la sima volcánica del mismo nombre.

Sima de Jinámar, lugar del exterminio fascista en Gran Canaria

El
muchacho vomitaba sangre por las patadas en la barriga que le daba el requeté
Borja del Castillo, su tos inundaba aquel silencio y tuvieron que parar junto a
la casa de Antonio Ascanio, se trataba de llevar a cabo la operación en
absoluto silencio y aquella tos constante los delataba en su siniestra
paranoia.

Tono, el cacique agrícola les propuso dejarlo en su finca del Maipez y de forma
inmediata bajaron a Juanfra que ya estaba semiinconsciente.

-Lo
tiramos al pozo y ya no molesta más este cabrón. –Dijo el terrateniente entre
risas, mientras abría varias botellas de ron de Telde y cortaba un queso duro para
sus camaradas del tricornio y los ropajes azules-

Desde
el vehículo usado para el transporte de plátanos Ignacio Reina lanzó un grito de
apoyo al muchacho, el anarquista de la CNT fue apaleado violentamente por la
turba facciosa entre gritos e insultos, partiendo de forma inmediata hacia la
Sima donde en unos instantes iban a ser arrojados al abismo de más de 80 metros
de profundidad.

Ascanio ordenó a varios de sus encargados arrastrar a Juanfra hasta el primer
pozo, ya que al segundo ya habían tirado la semana anterior a 54 hombres.

Lo
lanzaron dentro alzado en volandas, el chico no se quejó, solo los miraba con
sus ojos abiertos, atento al momento final, casi un alivio pensaba, tenía que
llegar la anunciada muerte desde el definitivo diagnostico del Doctor
Monasterio.

Al
rato bajó el camión a toda velocidad dejando una estela de polvo y humo, los guardias civiles y falangistas
entonaban el “Cara al sol”, borrachos como cubas, con destino a la casa de
putas del barrio de Arenales a celebrar una nueva noche de crímenes.

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Cuartel de Falange en Agaete, norte de Gran Canaria