No
solo políticos que tapan crímenes fascistas en Las Palmas de Gran
Canaria, también juezas en Valencia insensibles a la sangre de las cientos de miles de
personas asesinadas por el franquismo, echando cal viva sobre las cunetas y
fosas comunes en forma de dilaciones, mentiras, autos judiciales vergonzosos y
otras medidas, que lo único que pretenden es seguir manteniendo en el olvido el
terrorismo de estado de un régimen criminal.
solo políticos que tapan crímenes fascistas en Las Palmas de Gran
Canaria, también juezas en Valencia insensibles a la sangre de las cientos de miles de
personas asesinadas por el franquismo, echando cal viva sobre las cunetas y
fosas comunes en forma de dilaciones, mentiras, autos judiciales vergonzosos y
otras medidas, que lo único que pretenden es seguir manteniendo en el olvido el
terrorismo de estado de un régimen criminal.
Sobreseer
una causa que había ilusionado a las familias en su noble afán por recuperar los
restos de su muertos es una muestra de cómo funciona un régimen podrido, un
gobierno al servicio del fascismo, del genocidio, del holocausto que masacró
las vidas de tantas personas inocentes, que torturó, que violó, que desapareció
a lo mejor del pueblo español, imponiendo una dictadura que convirtió España en
el segundo país del mundo después de Camboya con mayor número de personas asesinadas
y enterradas en fosas comunes.
una causa que había ilusionado a las familias en su noble afán por recuperar los
restos de su muertos es una muestra de cómo funciona un régimen podrido, un
gobierno al servicio del fascismo, del genocidio, del holocausto que masacró
las vidas de tantas personas inocentes, que torturó, que violó, que desapareció
a lo mejor del pueblo español, imponiendo una dictadura que convirtió España en
el segundo país del mundo después de Camboya con mayor número de personas asesinadas
y enterradas en fosas comunes.
Este sobreseimiento supone que de los miles de asesinados en el cementerio
de Paterna no quedará constancia de que los mataron sin respetarse sus
derechos, un proceso que era la última oportunidad para que se hiciera justicia
y que la jueza con apellido de general franquista ha vetado pisoteando los
derechos constitucionales de las familias de las víctimas del terror fascista.
de Paterna no quedará constancia de que los mataron sin respetarse sus
derechos, un proceso que era la última oportunidad para que se hiciera justicia
y que la jueza con apellido de general franquista ha vetado pisoteando los
derechos constitucionales de las familias de las víctimas del terror fascista.
A igual
que otra jueza de Las Palmas en otro Auto Judicial de hace unos años sobre las
personas asesinadas en la fosa común del cementerio municipal se habla de “prescripción”
al no encontrarse huesos de hace menos de 70 años, cuando la señora Moscardó
sabe a la perfección que los crímenes de lesa humanidad jamás prescriben.
que otra jueza de Las Palmas en otro Auto Judicial de hace unos años sobre las
personas asesinadas en la fosa común del cementerio municipal se habla de “prescripción”
al no encontrarse huesos de hace menos de 70 años, cuando la señora Moscardó
sabe a la perfección que los crímenes de lesa humanidad jamás prescriben.
La
mayoría de magistrados de la marca España siguen las directrices de un gobierno
cómplice, sin vergüenza y con las manos manchadas de sangre, que trata de
ocultar, de encubrir, de tapar los huesos de quienes fueron masacrados por
defender la democracia y la libertad, seguir encubriendo los nombres y
apellidos de los pistoleros genocidas que convirtieron este país en un
cementerio.
mayoría de magistrados de la marca España siguen las directrices de un gobierno
cómplice, sin vergüenza y con las manos manchadas de sangre, que trata de
ocultar, de encubrir, de tapar los huesos de quienes fueron masacrados por
defender la democracia y la libertad, seguir encubriendo los nombres y
apellidos de los pistoleros genocidas que convirtieron este país en un
cementerio.
http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es
Esqueletos de una fosa común con las manos atadas con alambres,
en Málaga. / JULIÁN ROJAS
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