2 octubre 2023

Ya está pagado de sobra con mucha sangre y dolor

“Eso
está pagado, no hemos  pedido, ni debemos
a nadie nada”, le dijo Ascensión al ultraderechista alcalde del PP de
Guadalajara, está pagado el asesinato de estado de su padre Timoteo Mendieta, a
manos de la terrorista caterva franquista fundadora de este partido, la misma que avaló con su firma sentencias de
muerte y ordenó a sus esbirros uniformados disparar contra los obreros en
Vitoria.

2.057
euros en tasas pretenden cobrarle a esta honesta luchadora por recuperar los
restos de su padre tras 30 años de lucha, una cantidad de dinero que muestra el
carácter encubridor de un partido con fama de podrido, con miles de casos de corrupción
política entre sus cargos públicos, que no se corta a la hora de encubrir a los
asesinos fascistas, poniendo todo tipo de trabas para que la memoria y la
justicia dignifique a quienes reposan bajo tierra con tiro en la nuca y cal
viva, héroes y heroínas masacradas por defender la democracia y la libertad en
la legítima democracia republicana.

El
rostro triste de Ascensión Mendieta refleja el de cientos de miles de
familiares que siguen resistiendo a pesar de su avanzada edad para poder
abrazar sus huesos amados, el de otros miles de entrañables seres humanos que
han muerto esperando ese acto de justicia universal que el vergonzoso régimen
español deniega, demostrando su estructura nacional-católica encabezado por una
desprestigiada monarquía elegida a dedo por un criminal de lesa humanidad llamado
Francisco Franco.

Habla
esta carroña política de Venezuela mientras provocan que en su España de pelotazos,
robos y putas caras, gente honrada y de bien como esta gran señora no puedan
recuperar a sus muertos, encubren crímenes horrendos, torturas brutales,
violaciones de derechos humanos, abusos sexuales, robo de niñas y niños, saqueo de
propiedades, llenándose la boca de su corrupto concepto de “democracia”
mientras protegen a sus sanguinarios abuelos y padres políticos y biológicos.

El
ejemplo de Ascensión inunda este desgraciado país de esperanza, es la voz de la
memoria, la mirada de una democracia secuestrada por monstruos, la brisa fresca
y libertaria que agita las hojas para que un día se haga justicia y se abra
cada fosa, cada cuneta, cada pozo, cada agujero volcánico donde reposan
acribillados a balazos lo mejor de la historia de nuestro pueblo.

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Ascensión Mendieta, durante la exhumación de los restos de su padre. | REUTERS