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Imagen: Dibujo de Castelao, "Así aprenderán a non ter ideas".
«(…) Allá abajo era una cosa terrible, daban leña de mala manera con aquellas varas de acebuche, los hombres caían muertos al suelo desangrados o locos de dolor con la carne desgarrada por los latigazos de aquellos asesinos. A mi cuando perdí el conocimiento me echaron un balde de agua en la cabeza, pero cuando vieron que no me despertaba me pusieron aparte en el montón de los muertos, a los que iban a enterrar en el barranco de Aguatona. La mayoría de los detenidos eramos de Aguimes y de Ingenio, también había algunos muchachos de Tunte y de La Aldea, no imaginamos que nos llevarían allí al detenernos, todo el mundo decía que se llevaban a los hombres a los campos de concentración o directamente a la Sima Jinámar pa desaparecerlos. Luego supimos que el cacique inglés dio la orden de que no llegáramos a Las Palmas por si nos soltaban a los pocos años, que no pasáramos de Telde. Todos eramos sindicalistas de la Federación Obrera y de la CNT, la mayoría pertenecíamos al Frente Popular, participamos en la campaña electoral de las municipales que ganamos a la derecha, otros habíamos estado en las huelgas contra la explotación en las haciendas agrícolas, en los tomateros del Conde y las fincas del sureste de la isla. Por eso nos tenían tanto coraje, aquello más que por ideas políticas era por revancha, por venganza de los terratenientes contra los que montamos las huelgas y los paros años antes del golpe militar. Ya casi a media noche yo vi como se llevaban a los que quedaban de pie, a otros los tiraron directamente en las fosas que los falangistas nos obligaron a abrir. Yo no se como coño, pero cuando era casi media noche me arrastré por lo menos dos o tres kilómetros. No se dieron cuenta los que hacían guardia con los mausers cargados, cuando me levanté estaba ya lejos de aquel sitio de exterminio, me eché a caminar barranco abajo y llegué por la mañana hasta la casa de mi prima Rosita Bordón cerca de Vargas, allí me acogió en un agujero que tenía detrás del alpendre, yo estaba destrozado, la carne me caía al suelo a cachos, no dejaba de sangrar, todos las noches me echaba aquella grasa mezclada con ruda y flores de Guayadeque, hasta que fui cogiendo tino y recuperando la fuerza con el gofio amasado con leche de cabra. Nunca volví al barranco, nunca volví a mi pueblo, a los dos años logré salir clandestino pa Mauritania en un barco donde trabajaba mi primo Juan Trujillo, luego Francia, los nazis, la resistencia, pero eso es otra historia…»
Fragmento del testimonio de Antonio Cazorla Bordón, nacido en las cuarterías de Carrizal de Ingenio, de profesión jornalero, más tarde trabajador de la Citroen, ex miembro de la resistencia francesa contra la invasión nazi. Entrevista realizada en mayo de 1999 en Le Panier, Marsella.
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