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"Sin nombre". De Luis Vargas Santa Cruz. Pintura sobre abuso sexual infantil. Mención honorífica en la X Bienal del Pacífico Javier Mariano 2017.
Lo más que les olía era la boca, era como vomito seco, cuando se desnudaban en la cama apestaban, ese olor a humedad y restos de mierda se me quedó grabado para siempre en mis narices…
«(…) Mi hermana me sacó de allí, ella era más grande y estaba casada con un mando de Falange, vivía en la Isla de La Palma y no se como, pero a los ocho meses de meterme en la Casa del Niño se presentó allí con su marido. Ella pensaba que yo estaba con mi tía Juana en El Risco de San Nicolás, pero no fue así, desde que tiraron por la Marfea a mi padre junto a los enfermeros del Hospital San Martín, una brigada del amanecer vino dos noches después y se llevaron a mi madre al convento de La Atalaya de Santa Brigida, tardé más de veinte años en volver a verla, yo tenia seis añitos cuando me secuestraron aquella noche de octubre del 36, me llevaron en un coche de los Del Castillo directo al hospicio para huérfanos de la guerra, no se que coño guerra, cuando en estas islas lo único que hubieron fueron crímenes de los franquistas, pero así llamaban aquel infierno, donde pasé los meses más tristes de mi vida. Los curas abusaban de nosotros, venían varias veces en semana acompañados del capellán de la Catedral de Vegueta y el cura de San José, también seminaristas que les gustaban los niños ¿Recuerdos me dices Paco? Muchos y muy tristes y confundidos, era muy pequeño pa grabar las fechas, pero si sé que no pasaron dos días antes de que me penetraran el culo, eso no se olvida nunca. Cuando se cansaban de manosearnos en nuestras camas de los inmensos dormitorios, sobre todo cuando venían templados de los bares de San José y de San Juan casi de madrugada, nos llevaban a sus habitaciones o a las de las monjas que las obligaban a salir pa hacernos de todo. No te lo puedo describir, me he pasado la vida muy mal con todo lo que me pasó, hasta estuve veinte años metido a muerte en el alcohol, ya salí hace muchos años, pero estos hijos de puta con sotana me destrozaron la vida. Cuando mi hermana me sacó allí se quedaron los compañeros y amigos en aquella casa del miedo, recuerdo sus caras muy tristes, algunos me sonrieron cuando me iba, con esa leve sonrisa que solo puede brotar de la boca de un niño destrozado…»
Fragmento del testimonio de Bernardino Rosas Morales, huérfano de asesinado por el franquismo, internado en la Casa del Niño (Las Palmas GC) de octubre del 36 a mayo del 37. Entrevista realizada el 28 de junio de 2005 en Carrizal de Ingenio (Gran Canaria).
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