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"Te amaré, te amaré como al mundo..." Silvio Rodríguez Domínguez
Amores que nunca mueren, que dejan regado de amor cada espacio de vida.
Era la parejita de enamorados más antigua de Tamaraceite, era raro ver a dos personas de tanta edad todavía del brazo o de la mano paseando por la antigua Carretera General donde se conocieron, cuando todavía los coches no habían inundado de humo y ruido la fragancia de los amores verdaderos. Diego y Lola, Lola y Diego no se cortaban, iban a por la guagua abrazados, si había que besarse se besaban, si había que pararse a hablar con quien fuera se paraban. Así durante muchos años, luego Diego enfermó ya con 90 años de demencia senil y mi madre me lo estuvo ocultando casi un año para no preocuparme, me dijo, luego supe que lo pasó muy mal con él ese tiempo, incluso en plena calle, poco a poco dejó de ser el Diego de siempre, ligero de equipaje, rápido como el viento, como cuando era extremo del Sporting de San José. En la foto Lola besa de nuevo a Diego ingresado y ya con la mente bastante perdida en la Clínica Cajal, ambos seguían enamorados, ahora Lola que navega entre la realidad y la fraterna luz del infinito, de ese posible otro lado desconocido, estoy seguro que lo sigue amando, que de alguna forma él la está esperando feliz, para iniciar de nuevo otro paseo interminable, también tomados de la mano.
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