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Las rapadas / DANIEL ROSELL
Tu vientre es una lucha de raíces,
tus labios son un alba sin contorno,
bajo las rosas tibias de la cama
los muertos gimen esperando turno.
Federico García Lorca
«(…) Nada más llegar de Tenerife nos esperaban dos guaguas pequeñas en el muelle, nos sacaron del barco amarrados de dos en dos y nos fueron subiendo al transporte, recuerdo que algunos de los compañeros venían enfermos del mal tiempo y de tantos días detenidos sin casi comer ni beber, muchos se pasaron el viaje vomitando metidos en las bodegas. Los que se tambaleaban o se caían los levantaban a golpes los falangistas que formaban un pasillo donde nos insultaban y pegaban sin darnos tregua. Cuando las guaguas empezaron a subir por las calles de La Isleta hacia el campo de concentración veíamos gente asomada en las ventanas y en las puertas que nos miraban con cariño, en un muro había una pintada que decía ¡Viva el Frente Popular!, al lado había dos guardias civiles custodiando a un un preso que la borraba con pintura azul. Fue en ese tramo donde pasó lo de la muchacha, ella estaba en la azotea de una de las casas y cuando pasábamos levantó el puño y dijo ¡Viva la República! Entonces la comitiva se paró de inmediato y de un coche que iba delante se bajaron cuatro falangistas pistola en mano, empezaron a golpear la puerta de la casa de la chica y salió un señor mayor que yo creo que era el abuelo o el padre, nada más abrir uno de los fascistas le dio un cabezazo que le rompió toda la nariz y la boca, al rato vimos como sacaban a la chiquilla, ya que no tenía más de dieciocho años, entre golpes y burlas de aquellos asesinos, uno la arrodilló en medio de la calle y empezaron a darle leña de mala manera con unas porras de madera, nunca olvidaré su mirada y su pelo enredado lleno de sangre, la pobre no decía nada, no se quejaba, parecía que sabía su destino y que no quería darles el gusto de que la vieran rogando o llorando. Nosotros empezamos a gritar desde la guagua que la dejaran, les llamamos ¡Cobardes fascistas! Entonces entraron varios falanges, militares y guardias civiles y empezaron a darnos puñetazos y porrazos y no podíamos levantarnos ni defendernos porque nos tenían amarrados a los asientos con cadenas. A la chica se la llevaron inconsciente entre dos hombres, la metieron en otro coche que partió a toda velocidad hacia la calle Albareda. Nunca supe su nombre, ni que fue de aquella heroína de nuestro pueblo, pero jamás la he olvidado, siempre ha estado en mi corazón. En el campo casi nos matan a palos nada más llegar por todo aquello, el Teniente Lázaro ordenó que nos pusieran aparte a los palmeros y tinerfeños recién llegados, no dejamos de pensar en ella, estaba con nosotros en aquel infierno como una luchadora invencible…»
Testimonio de Luis León Prieto, preso político tinerfeño miembro de la CNT, internado en los campos de concentración de La Isleta y Gando entre 1936-1939, antes de partir hacia su exilio en Venezuela en 1943.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera el 9 de octubre de 2002 en la Villa de Arico (Tenerife).
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