Era normal que te crucificaran a leña en cualquiera de sus comisarías, la tortura brutal era la forma que tenían de obtener información, no era fácil resistir, sobre todo si te arrancaban las uñas, no decir nada era vencer, hablar era morir para siempre.
Chano Santana Pérez
«(…) Cuando llegamos a la casa del Barranco de Teror vimos que dos Guardias Civiles con metralleta miraban por la ventana, entonces nos quedamos observando desde el bosque de Viñátigos, parecían los típicos policías violentos de la dictadura, todos lo eran en aquellos años, dentro estaban los niños durmiendo, nosotros cargados de churros, pero dentro las cajas de panfletos debajo de la cama, la multicopista todavía caliente de estar toda la noche en funcionamiento, yo no me lo pensé dos veces, saqué la pistola a pesar de la cara de reprobación de Diego, avancé y se la puse en la cabeza al guardia: -Si te mueves te reviento los sesos- Le dije. El policía se quedó helado, yo creo que se cagó encima por el desagradable olor que desprendía. Entonces lo tomé por el cuello y fui a por el otro con la pistola apuntándole la sien de su compañero: -Suelta las armas, ponlas en el suelo- El otro policía más viejo se quedó quieto mirándome fijamente con cara de mala hostia, entonces Diego vino por detrás y le puso la pistola en la espalda. En los entrenamientos de Argelia nos habían dicho que en casos tan extremos lo mejor que funcionaba era acuchillarlos sobre la marcha y enterrarlos en una fosa, pero nosotros no eramos así, no estábamos en aquella lucha para causar el mismo dolor que ello causaban, jamás podíamos ser de esa calaña, la que había llenado Canarias de fosas comunes, pozos, simas y agujeros volcánicos con los huesos de miles de los nuestros. El policía joven no decía nada, se dejó amarrar sin problema, pero el otro se resistió, empezó a gritar pidiendo ayuda, entonces pensamos que podía haber más en la carretera de la Fuente Agria esperándolos, por lo que le dimos un golpe en la cabeza para callarlo. Quedó inconsciente, lo atamos y amordazamos. Cuando miramos Luis y Nuria estaban en la puerta, se habían despertado lo habían visto todo. Dejamos dentro a los policías con la boca tapada, cerramos la casa con todos los candados tomamos el coche, recuerdo que era un SEAT 850 amarillo de cuatro puertas. Nuria lloraba en silencio en el asiento de atrás, Luis callado, parecía saber que todo aquello era necesario aunque nunca me lo dijo. Paramos en Miraflor y los dejamos en la casa de Julia, ella parecía saber todo que pasaba nada más ver nuestras caras. Entonces dejamos el coche en el barranco de Tamaraceite y tratamos de borrar todas las huellas, no lo quemamos porque el humo negro hubiera levantado sospechas. Ya en Las Palmas Diego me dio un abrazo en la Alameda de Colón, tan fuerte que casi me rompe las costillas, yo tiré para Triana él hacia su barrio de San Juan, no nos volvimos a ver nunca más, luego supe que lo detuvieron junto a la Ermita de San José, que lo asesinaron esa misma noche por la tortura, que no dio ni un dato aunque lo maltrataran salvajemente. Yo estuve en la casa de mi amiga la estudiante de filosofía, Alicia Fabelo, más de seis meses sin salir. Ella fue muy valiente al comprometerse sin tener nada que ver con el Movimiento, se jugó la vida por aquel joven loco y barbudo. En diciembre logré salir de la isla en un barco de pesca destino a Mauritania, luego Francia, el exilio, cuando volví a las islas en marzo de 79 todo parecía igual, aquella democracia era una continuación de la brutal dictadura, lo primero que hice fue marchar en soledad hacia la Sima de Jinámar, yo no sabía si allí estaba Diego, pero si que en ese abismo seguían miles de compañeros, enterrados bajo toneladas de escombros y basura, jamás he podido vivir como vivía antes, no volví más a las islas, no pude resistir tanta tristeza…»
Testimonio de Antonio (nombre ficticio para evitar represalias del estado). Activista contra la dictadura de Franco en Canarias entre los años 1963-1970.
Enhorabuena Pako por tu trabajo de investigación. Un trabajo de información de tantos años de encuentros y entrevistas con tantas familias de Canaria y fuera del estado .
Has tenido unos años duros y ahí sigues liberando memoria revolucionaria, para que se sepa todos esos sucesos.
Gracias hermano ,cómplice y camarada en esta tremenda lucha que nos une, por la memoria, justicia y reparación . Un honor tener la misma sangre recolucionaria …
Querida Pino muchas gracias a ti, como bien dices eres mi hermana y camarada de lucha, y sabes bien lo que supone ir contracorriente en este sistema podrido de fascismo y complicidad política con los herederos de los criminales de lesa humanidad. El trabajo que desarrollo no busca reconocimientos ni honores, me basta con que personas como tú y otras miles en las redes sociales les sirva para difundir lo que ha sido y es el fascismo en el estado español. Un abrazo grande y rebelde.