«Vimos a un joven de unos diecisiete años colgado de una repisa, todavía respiraba, nos miraba desde abajo y movía la boca pero no podía hablar, solo veíamos sus gestos desesperados, era imposible sacarlo de allí, nos marchamos llorando, al día siguiente fuimos de nuevo con las cabras, nos asomamos pero ya no estaba allí». Cho Juan Perera
«(…) Yo estaba saliendo de la compañía después de la guardia y en eso dos falangistas me llamaron, yo les hice el saludo militar, porque nos obligaban a tratarlos como mandos aunque no fueran militares, sino un partido político fascista. El más viejo era muy conocido en las casas de putas de Arenales, tenía fama de farfullero, de juerguista y de chulo. Me dijo que esa noche me presentara en el cuerpo de guardia que necesitaban gente para «repartir café». Yo era un chiquillo ingenuo de veinte años, no entendí bien que era aquello, imaginé que había algún festejo o encuentro de aquella organización paramilitar. A las nueve de la noche nos encontramos, estaba toda la plana mayor, tíos muy conocidos por sus grandes fortunas, Del Río Ayala, Fuentes Días, Rubio Guerra, Samper Santana y luego la tropa de falanges de a pie, aparte de tres soldados como yo reclutados a la fuerza. Al momento vi que de café con encuentro nada de nada, nos montamos en los coches cedidos por el Conde, además de dos camiones del tomatero inglés Bonny y de los Betancores. Nos dirigimos hacia el sur por el túnel de La Laja hasta el campo de concentración de Gando, junto al aeropuerto. Allí a la fuerza obligamos a montar en los vehículos usados para transporte de plátanos y tomateros a un grupo de presos republicanos, más o menos serían unos cuarenta hombres, a los que se nos unieron llegando a Telde dos falangistas que traían a una mujer desde Agüimes. Luego supe que era la maestra Maribel Castro, la muchacha venía destrozada, repleta de heridas y sin la parte inferior de su vestido. Yo deduje que llevaban horas o días violándola, la pobre no decía nada, se me cruzó su mirada, era muy bella, muy joven, tenía clavadas en sus muñecas las sogas de pitera, se le veían sus pequeños huesos. A ella la llevaron en el coche donde yo iba, no la metieron en el camión con los demás, Samper se dedicó a meterle mano, a molestarla, ella solo dijo un: -Suelta hijo de puta, no me toques- Entonces el jefe falangista le metió un cabezazo que la dejó inconsciente hasta que llegamos a la finca de Los Ascanio. De allí salimos andando todos menos dos de los hombres que venían ya muy dañados por la tortura, recuerdo que eran un padre y un hijo, casi un niño, de Ingenio. Los pusieron aparte y el personal de la finca lo tiró a uno de los pozos, me llamó la atención que los tiraron vivos sin pegarles el tiro de gracia en la nuca. Abajo se les oía chapoteando y gritando hasta que se hizo el silencio. El resto subimos andando a la Sima de Jinámar, allí fue rápido, Rubio Guerra nos colocó haciendo un pasillo de la explanada al agujero volcánico, luego los íbamos sacando de la formación de uno en uno, de espaldas al abismo. Entonces les disparaban donde los cogieran, los levantaban entre dos y los tiraban, yo estaba que me caía de tanto dolor, las lagrimas me las veía a ver aquello tan terrible. Pero me hacía el que colaboraba para evitar que tomaran represalias contra mi. Cuando solo quedaban tres, uno de los hombres se reviró y fue a por los falangistas, entonces le dispararon en las piernas para hacerlo sufrir, cuando lo agarraban le escupió en la cara al falange Pedro Del Toro, que se quedó paralizado y no dejó de tocarse la cara todo el tiempo que estuvimos allí, también cuando regresábamos en el coche iba sentado delante y no paraba de limpiarse una saliva que ya no existía, así estuvo toda su vida…»
Testimonio de Reinaldo García Rodríguez, soldado de reemplazo entre el año 1936-1938, en el cuartel de Artillería de La Isleta.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 14 de enero de 1998, en Valsequillo (Gran Canaria).
Mi pobre padre también
Le llegó la represión.
Y gracias a un vecino lo pudo salvar….de lo contrario yo y mis hermanos no hubiese mos existido…..gracias José y milagros.