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Imagen: 23 de abril de 1937 después de un bombardeo de aviones de Franco sobre Bilbao AGENCIA ROL
«Tenían la casa vigilada de la noche al día desde que mataron al chiquillo, no les bastó con el asesinato ni con la entrega de Pancho, querían más sangre, provocar un nuevo asesinato, salíamos y fuera había siempre falangistas controlando las entradas y salidas, dentro solo dos mujeres y tres niños indefensos, tristes, destrozados por la muerte de Braulio». Dolores García López
«(…) Los días después de enterrar a Braulio empezamos a recibir presiones, varios falangistas tocaron a las diez de la noche en la puerta, asustando a los niños que se creían que de nuevo venían a matar, salimos tu abuela Lola y yo y nos dijeron que teníamos prohibido hablar de lo que pasó con el bebé, que si lo hacíamos podíamos acabar detenidas y que nos atuviéramos a las consecuencias. Nosotras nos quedamos paralizadas por el miedo de ver aquellos hombres que no se iban, que llevaban carpetas bajo el brazo y parecían entender de papeles. Los niños miraban desde dentro asustados y uno de Las Palmas que parecía ser el jefe hablaba gritando, tenía acento peninsular y le dijo a tu abuela, que la próxima vez le destrozaban la cabeza a los hermanitos. Lola, no se quedó callada y les dijo que ella no tenía nada que perder que se la llevaran ya, que la mataran como iban a matar a su marido en unos meses. Entonces el falangista de Tamaraceite de apellido Bravo le dio con una porra de madera en la barriga, ella se quedó en el suelo asfixiada y yo les dije que eran unos asesinos, los chiquillos comenzaron todos a llorar y me dieron una patada en la cabeza que me dejó inconsciente tirada en la Carretera General. Me desperté al buen rato, cuando tu abuela me refrescó la cara con agua y me puso unas hojas de hierba huerto en la nariz, miré a mi alrededor y ya se habían ido. Imagínate, desde ese día teníamos que fingir que Braulio seguía vivo, no podíamos ni decir nada entre nosotras por si alguien nos oía. Así fueron tapando todo hasta la actualidad, nos negaron hasta la posibilidad de llorar a nuestro niño, la gente del pueblo se portó muy mal con nuestra familia, todos tapando aquel crimen, ocultando hasta la sangre que manchó las paredes de la habitación cuando le rompieron la cabeza…»
Testimonio de mi tía Rosa García López, militante del Frente Popular y de la Federación Obrera antes del golpe fascista del 36, sometida a torturas y abusos sexuales por parte de los falangistas de Tamaraceite.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 27 de enero de 1978, en El Puente, Tamaraceite, Gran Canaria.
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