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Imagen: (c) Herederos del poeta canario Domingo López Torres.
«… Rompen el sueño, la risa, los colores, la dolorosa acelerada espera pródiga en la promesa, el ala, el premio: verse ascender, ligero, en pleno vuelo, hacia un cielo, otro cielo, y otro cielo…» Domingo López Torres
El mar, un saco de papas, un apotalamiento, un poeta asesinado como Lorca en el mismo minuto flagrante, Domingo López Torres, alzado desde la profundidad del mar canario, desde la frialdad de las aguas, trenzada de algas de colores, de peces asimétricos, salvajes, misteriosos, desconocidos por aquel resto de humanidad. Surreal como el fascismo que lo incluyó en aquella lista interminable, apellidos y nombres de cada rincón del infinito insular. Poeta también con mayúsculas, comprometido con la gente más desfavorecida, proletariado de hambre y miseria, contra esa pobreza atávica, ancestral de unas islas de genocidio indígena, de holocausto fascista sobre lo más noble y puro de aquel tiempo. Aquell@s que solo buscaban la más insólita poesía, las semillas de un mundo mejor, la alborada de los sueños.
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