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Documental "La memoria interior, los fusilados de San Lorenzo", de Carlos Reyes Lima.
Pero tambien es bueno que conozcas que tu viejo callo
O puteo como un loco
Que es una linda forma de callar
Mario Benedetti (Hombre preso que mira a su hijo)
Aquella soledad que tan bien conocías Diego, la de la boca seca, desalada, la de la burla desde la infancia de quienes se alegran de la inexistencia de justicia, la de esos que nos miran con ojos de odio, no conformes con nuestro dolor de por vida, tu silencio cuando me llevabas de la mano a jugar entre selvas de luz, como me mostrabas sin darte cuenta todo lo que llevabas dentro. Esa dolencia ancestral, la que un día introdujo una rabiosa bala de pena en nuestro corazón destrozado, tal vez desde aquella tarde lluviosa de marzo del 37, cuando aún no habíamos nacido y alguien con voz de arenga gritó el CARGUEN ARMAS! APUNTEN! FUEGO! Esa tarde te convirtió en un ser pequeñito, casi un gnomo, de no más de uno cincuenta de estatura por el hambre, la medicina escasa, la carencia. Todavía no imaginabas que yo iba a enarbolar la misma herencia, que yo iba a nacer en un 60 de oscuridad, aferrado sin saberlo al mismo miedo, con los gritos de quien ordenaba el pelotón metidos en la esencia de los tímpanos infinitos. Ahora que te has ido ya para siempre, entiendo a la perfección tantas cosas de tu vida, tus silencios a mis preguntas donde solo brillaban mis ojos de niño en aquella oscuridad, la misma soledad Diego del alma, la de los fusilamientos y los tiros de gracia, el rezo traidor de los curas y la Extrema Unción a pie de paredón. Te entiendo tanto ahora desde mi soledad y los mismos lobos negros, azules, salvajes, traidores, sueltos y a punto de tocar de nuevo en mi puerta de madrugada.
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