«El enemigo: cautivo, desarmado y arrodillado ante la cruz».
Teniente coronel Pedro Cagigao, máximo responsable del campo de concentración de El Burgo de Osma.
«(…) Yo me cagué en Dios cuando me jodí el dedo gordo picando piedra en Gando, entonces el cabo de vara Juan Rodríguez Doreste me escuchó y me dio con la porra de madera en la espalda, yo lo miré y le dije «hijo de la gran puta», en ese momento me cayeron encima varios falangistas que nos custodiaban en el campo de concentración de Gando, me dieron de lo lindo entre patadas, palos, puñetes, yo en el suelo me revolcaba evitando los golpes, hasta que sentí que estaba en otro mundo, mi cuerpo se dejó llevar y ya me daba todo igual, la paliza seguía, sentía como me destrozaban, la sangre que me corría por los muslos y yo parecía volar entre el dolor. Luego me dormí varias horas y desperté tirado junto al palo de la bandera, lo primero que vi fue la mierda del yugo y las flechas y el puto aguilucho fascista, me jodió mucho no estar muerto, porque sabía que tenía que seguir sufriendo, levanté la vista y estaba el falange Nicolás Massieu Manrique de Lara a pocos metros de mi cara, el niño de papá sobre la marcha me dio una patada en la cabeza y yo me cagué en su puta madre, entonces perdió el tino y empezó a darme de mala manera, yo notaba como la mandíbula estaba rota y me bailaba bajo la boca, la nariz partida, los labios ya no eran labios, la mierda que me salía por el culo era sangre y el vomito que echaba por mi boca era rojo. Luego me dejaron por imposible allí tirado en la chabola que usaban como lugar de tortura, me olía a rancho, a pelo de mujer en una noche de pasión en la playa de Triana, ya no era yo, era un muerto viviente. No se como coño sigo vivo con los riñones destrozados, tomando este puñado de pastillas cada día, recuerdo que desperté y el doctor Monasterio, que era otro preso, que luego asesinaron esos hijos de puta, me estaba atendiendo, untaba con alcohol y una gasa mis heridas, no sé como coño escapé, hubiera preferido estar muerto, pero aquí sigo como un guiñapo, la resistencia y la anarquía me mantienen…»
Testimonio de Roberto Luján Caballero, funcionario de Correos, afiliado a la CNT, preso político en los campos de concentración de La Isleta y Gando en los años del genocidio.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 5 de enero de 1997, en Lavapiés, barrio de Embajadores, Madrid.
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