6 febrero 2025

La niña de la soledad

Paula Modersohn-Becker: Niña con sombrero entre troncos de abedules, 1902

«Muchas matanzas de las Brigadas del amanecer quedaron en el olvido, asesinar familias enteras, violar a las niñas, los falangistas aprendieron bien a no dejar huella de tantos crímenes de estado, nos quedaron algunas leyendas».

Lázaro Luis Galván

«(…) Entraron dando tiros en la casa de Silvestre Ruíz, pensaban que dentro había resistentes armados, cuando solo había niños, Lolita, la esposa y Carmelita Suárez, la abuela. Desde mi casa parecían truenos en el barranco de enfrente cerca de los Llanos de María León, por debajo de San José Álamo. En un momento solo se escuchaban chillidos de los niños heridos de bala, parecían baifitos en el momento del degollamiento. El falange José Miguel Yánez de Teror dijo desde dentro de la casa al rato: -Están todos muertos, solo queda la niña chica- Luego se hizo un silencio que a mi me pareció de siglos, sobre todo cuando se veía en medio de las antorchas metiendo los cuerpos en sacos que usaban pa los racimos de plátanos, cuerpos chiquititos, otros más grandes, el de Silvestre que medía casi dos metros y era luchador, debía de pesar más de ciento cincuenta kilos. Al rato escuchamos la voz ronca por la borrachera y el ron de don José Naranjo, que era dueño de medio Miraflor y parte de El Toscón: -¿Dónde coño está la niña chica?- Todos parecían buscarla, uno que no conocimos dijo: -Carajo si yo la acabo de ver abrazada al saco de la madre santiguándose- Luego parecía que había miedo entre la Brigada del amanecer: -Esto es cosa del demonio- dijo una voz que pareció de mujer, luego todos se apresuraron cargaron el camión con los cadáveres y salieron por el camino de tierra hacia la carretera de Ariñez. A casa llegaba el olor a gasoil, como saltaban los cuerpos por los baches, hasta se notaba cuando era uno de los niños o el cuerpo más grande de los adultos el que rebotaba contra las paredes del vehículo cedido por Los Betancores. Al día siguiente aquello daba miedo, se veía desde enfrente las ventanas y puertas abiertas, manchas de sangre en la tierra, las cabras muertas a tiros, los perros desalados corriendo barranco abajo como si los persiguiera el diablo. Yo vi a a la niña chica, estaba sentada sobre la piedra del acebuche gigante mirando al horizonte, fuimos mi madre y yo corriendo pero allí no había nadie. Luego supimos semanas más tardes que al jefe Yánez se le metió una cosa mala en la cara, que en pocos meses seguía vivo pero su rostro era un esqueleto, que se metía la comida en la boca y se le salía por los lados porque no tenía casi carne en los cachetes. Más de un caminante nos habló durante los años que vivimos allí de una niña pequeña que se encontraban por el camino, nosotros nunca le dimos información, le decíamos que no sabíamos nada de aquel cuento de brujas…»

Testimonio de Lucía M. Ramírez Concepción, vecina de El Hornillo, San José del Álamo, municipio de Teror, Gran Canaria.

Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 16 de marzo de 2015, en el Barranco de la Virgen, Valsendero, municipio de Valleseco.

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