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Aparceras recogiendo tomates Sureste de Gran Canaria 1935 (Foto Kurt Herrmann) Fuente: FEDAC
«Daba miedo mi niño como llegaban los camiones de los ingleses y metían a los hombres detenidos a palos y culatazos, eran compañeros jornaleros, sindicalistas, su único delito defender nuestros derechos».
Carmita Santiago González
«(…) La aprobación de la Reforma Agraria por parte del gobierno de la Segunda República, sentó muy mal en todos los terratenientes españoles, en una derecha fascista que la rechazó desde el primer momento. En la Isla de Gran Canaria sucedió lo mismo, todos los caciques agrícolas y ganaderos se negaron a pagar impuestos, dejaron de cultivar la tierra, despidieron a miles de jornaleros, a pesar del decreto del 7 de mayo de 1931, que imponía el laboreo forzoso, pero los sindicatos como la Federación Obrera o la CNT se encontraron con un cierre patronal de rechazo a la República, donde se pedía una intervención militar inmediata para imponer de nuevo una monarquía que beneficiara a los poderosos, continuando con las condiciones de esclavitud de la clase trabajadora, trababajando jornadas de más de 16 horas, de sol a sol por cuatro perras, aguantando todo tipo de abusos de poder, palizas, latigazos y hasta derecho de pernada económico sobre las mujeres trabajadoras. Cuando ibamos a trabajar los compañeros de Aguimes, Ingenio, Tunte, Santa Lucía, los caciques del Condado de la Vega Grande, los Bentacores, los ingleses Bonny, Yeoward, Miller, Cook y otros nos negaban la entrada a las haciendas con sus sicarios armados de pistolas y palos. Nos gritaban cuando intentábamos entrar «¡Ahora Coman República cabrones!», con unas caras de odio que daba hasta miedo, entonces les montamos una huelga que les paralizó la escasa producción y les cortamos las carreteras a los camiones cargados de tomates que iban para el Puerto. Hubieron enfrentamientos muy fuertes con la Guardia Civil y el personal civil armado que no dudaba en disparar para disolvernos. Ahí estuvimos resistiendo hasta que logramos que cedieran por la fuerte movilización y el apoyo del gobierno, pero esto nunca nos lo perdonaron, desde ese día 14 de diciembre del 32, cuando se firmó el acuerdo patronal-sindicatos, estuvieron conspirando, sabíamos que hacían listas negras para asesinarnos en las sedes de Falange y en las parroquias, veíamos venir toda esa violencia y estábamos desarmados, por eso un grupo de compañeros se reunió con el Gobernador Civil de la provincia de Las Palmas, Antonio Boix, pero nos contestó muy amable que no habría ningún golpe militar, que todo tenía que desarrollarse de forma pacífica porque estábamos en una democracia. Aquello fue terrible porque desde la noche del sábado 18 de julio de 1936 empezaron a detenernos, a mi me detuvieron saliendo para el Muelle con mi mujer y mi hija de dos meses en la calle León y Castillo, recuerdo como en el Castillo de San Francisco nos obligaron a comernos una bandera republicana a Telesforo Bravo, Manuel Travieso y Dionisio Tejera. Luego todo fueron crímenes, asesinaron a más de 5.000 hombres y algunas mujeres en toda Canarias, el mayor genocidio de la historia de este pueblo. Veíamos en los campos de concentración y la comisarías donde se torturaba hasta la muerte a cada uno de aquellos caciques ingleses y canarios entrando y saliendo, participando junto a la Iglesia Católica en un holocausto nunca visto en esta islas desafortunadas…»
Testimonio de Antonio Guedes Sarmiento, jornalero y sindicalista del Sureste de la isla de Gran Canaria en los años del genocidio.
Entrevista realizada en la Universidad Popular de Cono Sur, barrio marinero de San Cristóbal, Las Palmas GC, el 5 de febrero de 1998.
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