«(…) Si nuestros bravos quedan sin abrazo, la patria se nos muere de tristeza y el corazón del hombre se hace añicos, antes aún que explote la vergüenza. Usted preguntará por qué cantamos…»
Mario Benedetti
No imaginas Pino Gonzalez la alegría que me he llevado de que este año hayan sido tu marido Andrés y tú los responsables de homenajear a los fusilados de San Lorenzo en su monumento, sabes bien que mi ahora fallecida madre, Lola Tejera, cuando se acercaba el 29 de marzo siempre nos pedía que fuéramos comprando las flores, que no podía pasar un aniversario del fusilamiento sin que nuestro abuelo y el resto de camaradas asesinados pasaran sin este lindo detalle.
Me ha maravillado tu fuerza a pesar de todas la pegas que nos sigue poniendo la mafia política, no solo con el vergonzoso bloqueo por parte de Cabildo y Ayuntamiento LPGC para que jamás se exhume la fosa común del cementerio de Las Palmas, si no todos los problemas personales y de salud que vienes padeciendo. A pesar de todo y de lo mal que estabas esta mañana, saliste a la calle, buscaste las flores y las colocaste junto a los puños cerrados de los Cinco de San Lorenzo.
Sabes bien que en la distancia se te quiere y se te valora mucho, que eres algo más que mi prima, eres mi hermana, camarada y amiga incondicional, compañera de lucha hasta la victoria.
Nuestra soledad en esta lucha la suplimos con el amor fraternal y revolucionario que nos une desde hace tantos años, el absoluto abandono institucional con las miles de personas asesinadas por el fascismo en Canarias, lo compensamos con estos pequeños detalles, saber que aunque estamos lejos estamos unidos, conspirando por la memoria, por la verdad, por la justicia, por la reparación, ni olvidando, ni perdonando a los genocidas causantes de tanta muerte, tampoco a los actuales jerarcas del cargo público, de la prebenda, la palmadita en la espalda, del ¿Cómo va lo mío?, del sobrecito repleto de billetes, del encubrimiento y el negacionismo ante el brutal holocausto canario, esa gentuza nos ha cerrado todas las puertas para poder acariciar cada hueso, enterrarlos en una tumba digna, tener un lugar donde sepamos que están y llevarles flores cuando queramos.
¡Gracias Pino de nuevo, gracias desde mi sufrido corazón por mantener viva la llama eterna de la memoria!
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