![](https://viajandoentrelatormenta.com/wp-content/uploads/2021/04/canizo.jpg)
Zona de cultivo de tomateros abandonada en el sur de Gran Canaria
«(…) Los hijos del aparcero nunca tuvieron maestros, maestros fueron los palos…»
Francisco Tarajano
«(…) El encargado del empaquetado de tomate del cacique extranjero había sido un criminal de Falange, en aquellos años su mayor diversión eran las muchachas que después de la Guerra sufrían el derecho de pernada económico, se las follaba a casi todas y la que se negaba era despedida, acusando al padre o a los hermanos de ser del Partido Comunista. Muchos fueron asesinados por esas acusaciones falsas, hombres mayores, chicos jóvenes que no sabían de política y que daban con sus cuerpos en cualquier agujero volcánico o pozo, después de pasar por torturas inimaginables. Así era la vida en los tomateros, el terrateniente británico Bonny, como otros millonarios ingleses y canarios prestaron su apoyo y su dinero al Movimiento Nacional, elaboraron listas negras junto al Conde, con los nombres de los que participaron en las huelgas agrícolas desde 1929, donde se exigían salarios dignos, una jornada de ocho horas, no trabajar los sábados y domingos, el respeto a las mujeres. Nos ficharon a todos, no quedó ni uno fuera, bastaba con haber participado en cualquier concentración obrera, la venganza de aquellos empresarios fue una cosa terrible, nos odiaban a muerte, nos veían como inferiores, nos llamaban «moros», «guanches jediondos», «morenos piojosos», luego violaban a nuestras mujeres y a nuestras hijas, bastaba con detenernos, no se conformaban con desgraciarnos la vida, se trataba de destrozar familias enteras, preñar a nuestras chiquillas, tener que criar luego con sacrificios a un bastardo de estos hijos de puta. Era tanta el hambre en Aguimes, Ingenio, Santa Lucía, San Bartolomé, Casa Pastores, El Tablero, Veneguera, Mogán…, que teníamos que ir a robar a las grandes haciendas jugandonos la vida, si te trincaban sus sicarios te molían a palos. Pero no nos quedaba otro remedio, los hijos se nos morían de hambre entre los brazos…»
Testimonio de Domingo Martel Santiago, aparcero y vecino de Cercados de Araña, Gran Canaria, durante los años del genocidio.
Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 1 de mayo de 2002, en la residencia sociosanitaria de El Pino, Las Palmas GC.
Más historias
Lola en su laberinto
Silencio de padre
Recortada