7 febrero 2025

Vagabundo del espacio

«Conozco un vagabundo del espacio, recorre el universo en su asteroide, sin órbita, ni tiempo, ni partida…»

Silvio Rodríguez Domínguez

Esa tarde tomó el móvil y busco en la agenda torpemente el número de su nieta Águeda, quería escuchar su voz desde el otro lado allá en Inglaterra, esa tarde el oncólogo le había dicho que aquel mal que le recorría el cuerpo acabaría con su vida.

Ernesto Álvarez, había sentido una especie de liberación ante la cercanía de la muerte, escuchar a la chiquilla era lo único que deseaba en aquellos momentos de soledad en su casa terrera de El Risco de San Nicolás, Lorca el perro ratonero lo miraba con ojos curiosos, tal vez presentía algo nuevo, una situación que alteraría también su vida perruna.

Sonó el timbre y al otro lado sonó una canción en inglés, ruido de bullicio, luego la voz alegre de la muchacha profesora de español y licenciada en ciencias políticas:-¡Abuelo! espera que estoy en un pub con mis amigas, ahora salgo fuera para hablarte-

-Mi niña solo quería escucharte un ratito, se te echa de menos desde la cena en Guayadeque, decirte que estoy feliz de que tengas esa conciencia y sepas donde está el verdadero enemigo del pueblo trabajador, que la memoria de nuestros asesinados esté presente en tu vida, que su ejemplo te guíe como a mi desde que partí al exilio en Francia, ya sabes que allí mataron a la mitad de mis amigos, que la resistencia contra los nazis fue triste porque luego no pudimos entrar en España para acabar con el fascismo-

-Abuelito, se me saltan las lagrimas oyéndote aquí bajo la lluvia de Londres, quiero que sepas que te quiero mucho y que puedes estar tranquilo, tu legado se me ha quedado grabado en el corazón, desde aquella noche que vimos juntos el cometa Halley en la casa de Valsequillo, la lucha será hasta la victoria, lo sabemos bien-

Ernesto no le dijo nada de la muerte inminente, se despidieron con su lenguaje cómplice, palabras y gestos que solo ell@s entendían, el lenguaje del amor.

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