«No nacemos como mujer, sino que nos convertimos en una».
Simone de Beauvoir
Dos mujeres y sus máquinas de coser en dos extremos del mundo, unidas por una telaraña invisible de hilos enmarañados en sus conciencias femeninas construidas desde la dignidad, empoderadas en la memoria y el recuerdo. Una Marisa Bucci, en Rosario, Argentina, psicologa y profesora universitaria en la UNR, experta en identidades de género, la otra de Tamaraceite, Islas Canarias, mi madre, Lolita Tejera, ya fallecida, de las personas con mayor inteligencia emocional que he conocido.
Estoy seguro que de haberse encontrado en este proceloso viaje por el universo hubieran compartido toda su ternura, la complicidad maternal de guerreras incansables, aferradas a la raíz más profunda de la Madre Tierra.
Hoy Marisa me mandó una foto con su maquina y me dio una inmensa alegría, mi madre también la usaba mucho, tal vez algún día se encuentren en otra fase de este tránsito, enhebrando las agujas del amor ancestral y la magia universal.
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