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«En la fosa del cementerio de Las Palmas siguen más de sesenta hombres todos fusilados en el campo de tiro de La Isleta, los dueños de la isla y sus palanganeros políticos siguen tapando este genocidio para que no se conozca el horror que generaron las familias que están enterradas a escasos metros entre yugos y flechas en panteones de lujo».
Antonio Julio González Galván
Una amiga impresionada por la película y escena final de “Madres paralelas”, de Pedro Almodóvar, me pregunta por la ubicación concreta de mi abuelo en la fosa común del cementerio de Las Palmas, yo le dije que si, que si lo sabemos, que está allí, su lugar exacto, a menos de dos metros bajo tierra, junto al árbol donde siempre depositamos las flores, enraizado en sus huesos torturados. Junto a Juan Santana, el alcalde comunista de San Lorenzo, siempre juntos, siempre tan amigos, que hasta en esos instantes terribles del lunes 29 de marzo del 37 no se separaron el uno del otro. El buen sepulturero se lo dijo a mi abuela, años después a mi padre:
-Venían juntos, pegados el uno al otro, como abrazados, parecían hermanitos, los dos bañados en sangre, con la cabeza atravesada por los tiros de gracia. A mi me dio mucha pena porque los conocía, sabía de su profunda amistad, por eso los puse juntos y sin que nadie me viera, jugándome la vida, los separé en su cuartel número cuatro de la fosa cinco con una lápida vieja de mármol, para que si un día cambiaba la cosa y la familia quería sacarlos de allí lo tuvieran un poquito más fácil-
Mi amiga me dijo esta mañana todavía emocionada por el final de la película:
-Cuánto dolor. Ojalá saquen a tu abuelo-
Yo me quedé en silencio rememorando la burla de cata de menos de medio metro que hizo la empresa contratada por el Cabildo de Gran Canaria, a través de una “Comisión” de la Universidad, en la Navidad de 2018, como nos ilusionaron, la rueda de prensa masiva de políticos y técnicos a pie de fosa para sacarse la foto y salir en tv, mi padre acababa de morir esos meses sin que se hiciera justicia y se reparara todo aquel daño.
Luego nos tuvieron nueve meses esperando sin responder nuestras llamadas, había elecciones locales, era bueno para ellos demorar él fraude, cuando el resultado del estudio era negativo desde el minuto uno, tan solo querían sacar tajada política a costa de nuestro dolor, decidiendo no excavar a fondo, cerrar todas las posibilidades de exhumación con una farsa de informe sin base científica, agarrándose a un testimonio, posiblemente de un fascista, que dijo que en los años 90 habían sacado de allí a los sesenta fusilados, llevándolos a otro lugar, vertiéndolos como basura en un osario del cementerio del Puerto, bloqueando con ese documento oficial cualquier posibilidad jurídica de recuperar sus huesos y enterrarlos dignamente.
Mi amiga sabe de nuestro dolor, lo captó en la película de Pedro, tuvo esa sensibilidad, yo cuando la vi hace unos meses salí del cine llorando.
Sabemos que es casi imposible recuperarlo, pero jamas perderemos la esperanza de que un día llegue al poder gente decente, sin miedo a quedar mal con los poderosos herederos de sus asesinos.
La esperanza nos mantiene y si me muero antes, ojalá vengan detrás otras voces justas que sigan esta lucha de David contra Goliat, el gigante del terrorismo de estado.
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