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«De allí sacaban compañeros a cualquier hora para matarlos, llegaban como fieras rabiosas y pasaban lista junto a las literas llenas de piojos y chinches, si te nombraban sabías que era la muerte, que no salías vivo de aquel paseo que te daban antes de pegarte el tiro en la cabeza».
Domingo Guerra Ramírez, preso político palmero en los campos de La Isleta y Gando
El viejo Lazareto junto al aeropuerto de Gando en Gran Canaria se convirtió en campo de concentración tras el golpe de estado, el de La Isleta se les quedó pequeño para tantos detenidos, también fue espacio de exterminio, allí los presos obligados a trabajos forzados también eran asesinados, las Brigadas del amanecer llegaban entre juerga y juerga con ron de caña, oliendo a casas de putas y sangre de paseíllo, sacaban a los que luego iban a tirar en las simas y agujeros volcánicos, en los pozos, en lo profundo del mar, seleccionaban a los que ya estaban en las «listas negras», a los que no querían que pasarán por un ilegal Consejo de Guerra, era más rápido un tiro en la nuca y desaparecerlos para siempre.
Este centro también de torturas aberrantes, según testimonios de los sobrevivientes, ahí sigue sin que el Cabildo de la isla lo señale según establece la Ley de Memoria Democrática como espacio del horror, se sigue ocultando que sirvió para asesinar, torturar, desaparecer, masacrar las vidas de tantos hombres honrados que tan solo pensaban diferente y defendían la democracia.
Si algún día aterrizas o tomas un avión en ese aeródromo lo podrás observar desde el cielo, ese edificio de la foto de donde sacaban a quienes iban a desaparecer para siempre, los terrenos donde obligaban a picar piedra de sol a sol a los presos recibiendo palos de los traidores «Cabos de Vara».
Nadie se hace responsable actualmente de esa instalación militar, se guarda un silencio cómplice para seguir tapando crímenes de estado, ni siquiera el Gobierno de Canarias, ni el presidente insular mueven un dedo para que se sepa lo que ahí sucedió, muestra clara de que el fascismo sigue más vivo que nunca.
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