6 febrero 2025

Barranquera I, eterno en la lucha

Manuel Trujillo C7

«(…) Parecen venir de una historia/y encontrarse en otra distante,/traer los recuerdos y hacerse, ellos mismos, recuerdo,/habiendo luchado, con afán desmedido de victoria/para sumergirse en el tiempo pasado y en su gloria...»

Salvador Sánchez “Borito” Agosto 1961

Éramos chiquillos y salíamos con nuestros catorce, casi quince años, del local de la Unión del Pueblo Canario de Las Palmas GC, las paredes repletas de pintadas azules o negras: «Zona Nacional», decía, advirtiendo de que aquel barrio de la ciudad les pertenecía: «Rojos a las fosas», vimos escrito en la pared de Cortefiel, el mismo fascismo que regó Canarias de miles de asesinatos seguía vivo también a mediados de los 70 tras la muerte de Franco, en aquellos primeros pasos de la pseudodemocracia borbónica.

Atravesamos parte de la calle Triana cargados de panfletos metidos en las mochilas para repartir en nuestros barrios de Lomo Blanco y Tamaraceite, tres amigos, tres pibes repletos de sueños, con mucha conciencia antes de que la dama blanca, la heroína, introducida por toneladas por la propia policía en cada barrio popular arrasara por cualquier brizna de conciencia.

A la altura de Almacenes Cuadrado, pasando el Palacio de los Juguetes, donde nuestras madres nos compraban los Reyes, los vimos venir por las dos aceras, con aire marcial, un coche de la Policía Nacional paró un momento a su altura, risas, saludos y fiestas, los mandaba uno al que llamaban El Popy, un hombre muy gordo con gafas de aumento, culos de botella, como decíamos.

Intentamos retroceder hacia El Hoyo (Estación de Guaguas), eran las nueve de la noche, ya no había mucha gente en las calles de aquel lunes lluvioso de noviembre, un día después de mi cumpleaños, era curioso. Yo acompañaba hasta la parada del Guiniguada a mis amigos, entonces los vimos venir corriendo hacia nosotros con sus bates beisbol, sus cadenas, su vestimenta azul y boina roja de la organización terrorista Fuerza Nueva.

Corrimos en sentido contrario, eran como siete, pero al otro lado venían tres más, tiramos hacia la calle Peregrina y allí nos arrinconaron, nos esperaba una buena, nos quitaron las mochilas para poder darnos bien, pero en el preciso momento que iba a comenzar el apaleamiento se escuchó un grito ronco:

-Qué están haciendo hijos de puta- dijo nuestro camarada Manolo Trujillo, el famoso luchador del deporte vernáculo, conocido por el Pollo de la Barranquera I.

Los fascistas hicieron ademán de agredirlo, Manolo era pura fibra, no era grueso, era musculo y potencia indefinible, estaba en su mejor momento luchístico, los fascistas se le lanzaron encima, llovían palos y puñetaños, nosotros intentamos ayudarlo pero nos llevamos varios golpes en la cabeza que nos abrieron varias grietas.

El Pollo no paró de dar hostias, vimos a varios fascistas correr asombrados, dos más en el suelo inconscientes, Trujillo nos levantó con cariño:-Vamos a la Casa de Socorro del Obelisco muchachos- dijo.

En un coche de otro compañero que también salía del local, del que no recuerdo su nombre, nos llevaron con nuestras heridas y ropas manchadas de sangre, pero orgullosos de aquel hombre, de aquel comunista consciente que se jugó la vida por nosotros.

Hoy viendo la prensa por Internet, me enteré por casualidad de su fallecimiento con 84 años en La Habana, Cuba, allí vivía hace muchos años, desarrollando lo que más le gustaba, formar a niños y jóvenes en la Lucha Canaria, llevo toda la mañana recordándolo y me dio por escribir estas líneas como mi humilde y personal homenaje a su figura legendaria.

¡Hasta siempre, hermano, camarada, amigo!

El terrero del universo te acoge ahora para siempre.

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