6 febrero 2025

Jurria de lucha

Saltador en la isla de La Palma finales de 1934 (Fedac)

«Yo lo conocí. Era todo un hombre, no obstante, sólo que no le gustaban las frivolidades».

Guy de Maupassant

De los pocos supervivientes del incipiente maquis palmero, logró escapar de la brutal persecución y posterior exterminio por parte de más de trescientos falanges, militares y guardias de asalto que se encargaron de eliminar la débil resistencia de unos cincuenta hombres armados. Javier Peraza había nacido en San Andrés, Santa Cruz de Tenerife, hijo de pescadores, desde los trece años emigró con su abuela a Los Llanos de Aridane tras la mortal enfermedad de su madre.

Nadie supo jamás como logró salir de Taburiente aquella noche de septiembre del 36 por los riscos del Barranco de Tazacorte, “saltando”, decían las voces miedosas y susurrantes de personas que siempre miraban a su alrededor antes de hablar.

-El garrote de salto lo salvó- decían los amigos exiliados en Venezuela de la jurria (1), dejó atrás el viejo máuser de la Primera Guerra Mundial enterrado junto a la catarata grande de la Caldera.

Su esperanza era volver a luchar mientras partía hacia el continente africano en el barquillo atunero, no sabía que jamás volvería, lo que le esperaba en Francia, los años heroicos de resistencia contra los nazis, siempre con la fragancia mágica del pinar en lo profundo del alma, su promesa de no volver a desenterrar el oxidado fusil, mientras no regresara la Republica y cayera aquella gris monarquía heredada del fascismo.

(1) Grupo numeroso y desordenado de personas o animales. A la hora del recreo siempre había una jurria de chiquillos en el patio. Jurria de Salto del Pastor.

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