«Tu oficio es cotidiano y decisivo: mientras alumbre el sol, serás ardiente; mientras dure la vida, estarás vivo.»
Antonio Gala
Con respeto eterno a una profesión tan digna como la de afilador, el sonido de mi infancia, el pito, o chiflo, la flauta de pan anunciadora de la llegada del hombre mítico, portador del alimento de cuchillos y tijeras a cualquier punto de la geografía insular, sonando el instrumento hecho de madera de buxo y calibrado para que brinde al viento determinadas notas de la escala musical. Como otros oficios casi extinguidos se van perdiendo en la memoria colectiva, quedando como extrañas rémoras utópicas borrándose lentamente de nuestros recuerdos.
Hoy vi a este resistente en un rincón remoto del viejo continente, afilando y charlando con las vecinas como si en sus manos de oro no tuviera valor su labor cuasi eterna, no pude resistirme a fotografiarlo y me ha costado mucho compartirlo, la foto es una joya para mi, le tengo demasiado aprecio a este tipo de hombres aunque no los conozca, aquí tan lejos de donde nací, en el lejano lugar de mi existencia a miles de kilómetros, donde los creía desaparecidos, todavía te los encuentras en cualquier esquina, espacio del instante mágico, el de las tradiciones populares que jamás deberían perderse.
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