![](https://viajandoentrelatormenta.com/wp-content/uploads/2023/06/diego-1024x1530.jpg)
Foto: Carlos Reyes Lima, documental "La memoria interior"
“Qué importa la sordera del oído cuando la mente oye, la verdadera sordera, la incurable sordera es la de la mente”.
Victor Hugo
Tener una patología auditiva por el ruido tantos años de las máquinas de su trabajo en Los Betancores que le destrozaron los tímpanos a mi padre era motivo de burla en Tamaraceite, el hablarle alguien y que contestara otra cosa o no entendiera sacaba las carcajadas del personal en cualquier rincón del pueblo, sobre todo en La Montañeta, donde parecía que la ridiculización era la norma graciosa de gran parte de los vecinos.
Yo iba con el de niño de su mano a todas partes y veía, escuchaba todo con mucha pena, como si tú ser más querido fuera un mono de feria, una especie de enano de circo:
-Diego estás sordo como una caja hueca- le gritaban.
-No oye nada, está como una tapia- le increpaban.
Y las carcajadas, las risas, algunos emitían alaridos desproporcionadamente vergonzosos intentando que los escuchara y se enterara medio Paseo de los Mártires, hasta los borrachos del Tamaraceite profundo salían de los numerosos bares. Risas y más risas que yo como niño de cinco, seis, siete, ocho años no entendía.
Solo sabía que tenía una discapacidad que se arreglaría cuando se modernizaran los audífonos allá por mediados de los 70.
También influía que toda aquella horda de ignorantes fieles al fascismo lo estigmatizaba por ser hijo de comunista fusilado, testigo directo del asesinato de su hermano Braulio de cuatro meses al que un falangista del pueblo le destrozó la cabeza contra la pared de picón.
Mi padre, Diego conmigo disimulaba las burlas:
-¿Porqué se ríen de ti papaito?-
-¿Porqué no oyes?-
Lo vi llorar más de una vez disimulándolo por risa para que yo no me enterara pero yo lo sabía todo:
-Son amigos, es de broma- me decía, yo por dentro lloraba.
Sigo queriendo al pueblo donde nací, allí hay mucha gente buena, tengo amigas y amigos casi hermanos, pero jamas olvidaré ni perdonaré a los que le hicieron tanto daño a mi padre.
Más historias
También la vida
80 años de la liberación de Auschwitz, el mayor campo de exterminio nazi
Godismos