6 febrero 2025

Entrañable intimidad

«Lola silvestre, cuidadora de hermanos heridos, padre encarcelado, soñadora mirando desde la ventana la estrella polar».

Sindo Cabrera

Estaba previsto comer en Agaete, pero no sé porqué llegando al desvío de Las Nieves tiré hacia La Aldea de San Nicolás con esas dos mujeres de bandera. Mi madre decía bajito riendo, creyendo que no la escuchaba:

-Esto es muy lejos-

Entre acantilados mi furgoneta nos llevó hacia uno de mis sitios preferidos junto al mar. Allí Lolita degustó junto a Natalia su último caldo de pescado con gofio amasado, cebolla y queso aldeano de cabra.

Hacía meses que casi no comía tras la enfermedad tan larga de mi padre y su fallecimiento sin justicia histórica. Ese día tan mágico se terminó insólitamente el plato y disfrutó de la gastronomía que marcó su vida desde la tierna infancia, cuando pasó tanta hambre al encarcelar los fascistas por doce años a su padre, mi abuelo Juan y ella con apenas ocho años tener que ejercer de madre de sus cuatro hermanos, mientras mi abuela Frasquita pedía limosna para que no murieran de inanición. Nadie daba trabajo a la mujer de un comunista preso.

Qué jornada tan especial vivimos viendo el cristalino mar de la playa a pocos metros, la charla, los recuerdos, las risas con sus sabías ocurrencias.

Poco después en mayo de 2020, apenas unos meses de ese dulce encuentro, partió para siempre dejando una estela en mi pecho de amor y resistencia.

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