«(…) Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra…»
Nicolás Estévanez
En la burla bromista, sarcástica, con media sonrisa irónica, palmadita en la espalda: “canario la papaya”, “la guayaba”, “la guagua”, etc., sobre nuestro ancestral “habla canario” o nuestro modo de vida tranquilo. En España se oculta una especie de soberbia y superioridad sobre quienes somos diferentes a su cultura.
Nunca me las encontré en Euskal Herria, allí su pueblo mayoritariamente entiende nuestro drama histórico, el maltrato de esa cárcel de naciones llamada España, de la que hemos sido víctimas de al menos tres genocidios brutales: el de lo que llaman “Conquista” sobre los pueblos nativos, el del hambre y la miseria posterior del colonialismo durante cientos de años, entre violencia, crímenes, explotación, abusos sexuales a nuestras niñas y mujeres, esclavitud, lo que nos llevó a la migración forzada en el pasado reciente huyendo del hambre y el caciquismo hacia Latinoamérica, sin entrar a saco en el ecocidio asociado al turismo y la generalizada, endémica corrupción constante de políticos cipayos isleños, la masacre tras el golpe de estado fascista del 36 que arrasó por las vidas de miles de canarios comprometidos por un mundo mejor.
Yo que vivo en un lugar donde al menos para mi es imposible adaptarme y no tenemos nada que ver, repudiamos las sanguinarias aficiones taurinas, las tracas por cualquier motivo o el pseudo franquismo de ciertas manifestaciones tradicionales, he sufrido más de una vez esos exabruptos propios de lo que en las Desafortunadas llamamos “godos de mierda”.
En fin que no pedimos mucho, solo respeto y ser bien tratados. Aunque me temo que hay vicios antropológicos muy complicados de sacar de ciertas mentes estrechas, obtusas, herederas de la crueldad extrema de los que un día llegaron a las islas con armaduras, cruces y espadas para robar, esquilmar, violar y esclavizar.
Seguiremos manteniendo nuestro acento, nuestra idiosincrasia, la hospitalidad, la amabilidad, todo eso lo llevamos en lo más hondo.
Existen honrosas excepciones afortunadamente, hay algunos buenos amigos y amigas que lo entienden todo, eso me estimula.
¿Es tan difícil?
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