“No es lícito olvidar, no es lícito callar. Si nosotros callamos, ¿quién hablará?”
Primo Levi
«Había tal hedor que era imposible estar ahí por más de cinco minutos. Mis soldados no lo podían soportar y me rogaban para que los dejara ir. Pero teníamos una misión que cumplir».
Estas palabras pertenecen a Anatoly Shapiro, el primer oficial del ejército soviético que entró en el brutal campo de concentración de Auschwitz-Birkenau después de la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial.
No, no fueron como nos tratan de inculcar desde siempre los “alegres soldaditos norteamericanos” repartiendo chicles y chocolatinas, los que liberaron a millones de seres humanos de ese infierno.
Fue, aunque no les guste a muchos, un ejército con banderas rojas, hoces y martillos en sus solapas.
Basta ya de mentiras y de hacernos creer que todo lo que viene del criminal imperio gringo es lo mejor de la tierra. Las pruebas las tenemos, solo mirando la prensa actual y ver al nuevo gobierno de Trump alzando el brazo haciendo el saludo nazi o el anterior de Biden financiando con miles de millones el sanguinario genocidio en Gaza.
No te dejes engañar. La memoria tiene la capacidad de saber caminar sola.
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