«Entrevisté a dos personas que estuvieron presas en Fyffes, José Antonio Rial y el oficinista Domingo Ortiz, que me dijeron que de Fyffes habían salido mil quinientas cincuenta personas y ninguna volvió. Los dos utilizaron la misma expresión: en esos campos mataron a miles».
Ramiro Rivas
El Colegio La Rosa ya luce limpio de fascismo tras la denuncia en redes del pasado 30 de abril etiquetando al alcalde de Santa Cruz de Tenerife José Manuel Bermúdez que respondió al momento argumentando que la retirada del nombre del nazi criminal español Onésimo Redondo ya se había aprobado en Consejo Escolar y “que estaban en ello”.
¿Cuatro años en ello?
El caso es que a menos de un mes de las elecciones ahí seguía. Hasta que mi amiga Patricia Can cuando casi nos íbamos de la isla tras la presentación de mi libro y por casualidad nos mostró la flagrante violación de la vigente Ley de Memoria Democrática lo que nos llevó a denunciarlo públicamente.
Ahora ya el frontis de dicho centro educativo luce limpio de genocidio y de sangre inocente derramada, como debe ser todo lugar donde se forma a niñas y niños para la construcción de un mundo mejor.
Pero todavía falta mucho más por hacer, hay que demoler cuanto antes el mamotreto a Franco de la Avenida de Anaga, eso señor Bermúdez humilla a las cientos de miles de personas de bien asesinadas por el fascismo tras el golpe de estado del 36 en su isla, así como en toda Canarias y resto del estado.
“El Holocausto Español”, tal como titula una de sus obras el prestigioso historiador Paul Preston.
Es de justicia.
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