«La vida fluía a través de él en espléndido torrente, gozoso y desenfrenado, y daba la impresión de que de puro éxtasis acabaría desbordándose y desparramándose con generosidad sobre el mundo.»
Jack London
Buen presagio, pensé esta tarde, cuando aquella golondrina acompañaba nuestro paseo, creo que era la misma de los días anteriores; o quizá cualquier otra, parecía alegrarse de vernos con los perros recorriendo aquel campo rojizo bajo el cielo azulado y limpio.
Jugaba mientras cazaba implacable, feliz en el infinito rozando el suelo como si presintiera lluvia imprevisible, no recogida en los partes meteorológicos. Dicen que cuando su pareja muere él o ella la sigue a los pocos días, no aguantan la pérdida ni la soledad.
Cuando llega el frío y se marchan al sur cruzando El Estrecho hacia el continente africano buscando calor, dejan sus nidos atrás por unos meses volviendo exactamente al mismo en primavera, restaurándolo, dando miles de viajes para volver a criar y sembrar de vida ciudades y tierras de árboles y cultivos. Parecen tan frágiles guiándose en el viento, pero a la vez tan fuertes y valientes.
En algunas culturas, las golondrinas se consideran símbolos de buena suerte y protección. Se cree que traen fortuna y protección a quienes las tienen cerca.
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