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Movilización en Tenerife contra los macroproyectos urbanísticos. (Dácil Jiménez)
«Hoy, el directivo de una gran empresa toma decisiones basadas en cómo afectarán a la reunión con los accionistas dentro de tres meses, mientras que antaño los indígenas se planteaban cómo iban a afectar sus decisiones a su pueblo dentro de tres generaciones.»
Jane Goodall, Etóloga.
El destrozo ambiental de las Islas Canarias viene de viejo, muchos pasaron de la pistola al cinto con el yugo y las flechas en sus uniformes azules con manchas de sangre de los asesinados a la piqueta y el tractor, construir sobre espacios naturales y playas vírgenes sin ningún control institucional se convirtió en un chollo, los chonis (1) venían en masa a broncear sus cuerpos blancos del frío europeo, a beber sin limite a precios de risa, a implantar el turismo de especulación salvaje, prebendas, favores políticos, corrupción, sol, playa y borrachera.
Años después algunos cargos públicos hablaron pomposamente de turismo verde, sostenible, cultural, ecoislas, pero por arte de birlibirloque nada ha cambiado, macro proyectos altamente perjudiciales para nuestro medio natural continúan imparables: playas y barrancos destruidos, campos de golf donde reina la sequía, construcciones en acantilados como siniestros nichos de cementerio, yacimientos arqueológicos arrasados por las excavadoras, circuitos del motor que nadie ha pedido, desfasados proyectos faraónicos cediendo a las eléctricas por décadas miles de hectáreas de un patrimonio cultural único en el mundo, absurdos trenes millonarios a ninguna parte en un territorio limitado, millones de turistas al año con datos de pobreza escalofriantes ¿Dónde se va todo ese dinero?
No se ha aprendido nada, la misma codicia desmedida, idéntica mentalidad delictiva, meterse en política para enriquecerse, los de siempre recibiendo sobres y maletines repletos de billetes usados de quinientos euros por recalificar, por convertir esta tierra en el nuevo Singapur, el perfecto ecosistema para la mafia.
(1) Es una palabra que usan los canarios para referirse a los extranjeros. Dicho de otra forma: la palabra «choni» es, en términos semánticos, equivalente a la palabra «extranjero».
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