«Hay una cosa que no existe: el olvido»
Jorge Luis Borges
Tanto dolor a escasos metros bajo tierra, la fosa común del olvido y la traición en Las Palmas GC, la que no merece ser excavada por estar situada a escasos metros de los inmensos panteones con apellidos vinculados al genocidio isleño.
Quienes tenemos ahí entre barro y residuos los huesos de familiares asesinados por defender la democracia y la libertad sentimos mucha vergüenza ajena de los que gobiernan, tristeza de que algo tan humano como intentar exhumar, identificar y entregar a las familias unos restos lo hayan convertido en una operación de encubrimiento, fusilando de nuevo a las familias que exigimos verdad, memoria, justicia, reparación.
La documentación oficial del cementerio acredita en los certificados de inhumación que ahí siguen sesenta hombres fusilados en el campo de tiro de La Isleta tras el golpe fascista del 36. Pero la fosa no existe, no consta ni siquiera en los boletines oficiales que declaran esté camposanto como Bien de Interés Cultural. Se agarran a una absurda cata de cuatro por cuatro metros realizada en la Navidad de 2018, a un surrealista informe sin base científica para borrar la historia, destruir cualquier esperanza de recuperación de nuestros seres queridos.
Esta es la política de memoria democrática de las instituciones públicas canarias. Todo el mundo guarda silencio, hasta la propia izquierda, que permite esta vergüenza histórica, aunque muchos de sus militantes sigan bajo toneladas de escombro acribillados a balazos.
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