«El problema es que hay más gente interesada que gente interesante»
Mafalda
No solo me parecen insultantes sus broncas parlamentarias, sus apuestas en el bar del Congreso de los gim tonic a dos euros entre risas y chascarrillos. Me han hecho perder la capacidad de empatía con ellas y con ellos, sean del partido que sean, todos ganan sueldos astronómicos sin cortarse un pelo. Montan sus peleas, trifulcas, insultos, vejaciones misóginas al amparo de un nivel de vida vergonzosamente surrealista.
Hace mucho tiempo ya que ninguno me representa, forman parte de lo más podrido de la especie humana. Y no valen los gestos “chachis” a seis meses de unas elecciones para luego tras jurar su cargo ante el patético rey de copas seguir pisoteando los derechos de las personas humildes.
Estoy afortunadamente fuera de ese juego macabro, la política es otra cosa más sensible y humana: liberarse de la explotación de un sistema asesino, no aplaudir con las orejas a un nazi en el Parlamento conectado por vídeo conferencia desde su guarida pidiendo más millones para armamento, mantener una monarquía medieval, que las fosas comunes sigan repletas de mártires de la libertad y la democracia, no derogar leyes represivas y fascistas que mantienen en la cárcel o el exilio a quienes expresan sus pensamientos.
No, no me vale tanta indignidad. Prefiero la decencia y la utopía.
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