«(…) Apenas hace un momento estabas allí, tu sombra junto a la mía y la luz del sol pintando la fantasía de un día feliz…»
Víctor Heredia – Padre
Mi padre parecía siempre guardar en su silencio todo el horror que vieron sus ojos desde la mas tierna infancia. Fumaba varios paquetes diarios de tabaco negro, hasta que un día de forma inexplicable lo dejó sin decir nada; recuerdo el humo enredado entre los helechos y las flores de la vieja casa familiar, las risas y juegos de mis primos escuchando sus historias y cuentos, queriendo ocultar el terrible drama familiar originado por aquellos que se impusieron por las armas al inmenso deseo de justicia social de todo un pueblo. Mi viejo conservó en el fondo de sus ojos hasta el instante de su muerte con 92 años aquel aura eterna de los secretos que no contaba, seguramente para proteger un corazón destrozado por tanta tristeza. Su inmenso legado de bondad y amor incondicional navega ahora en mi memoria como un océano repleto de gotas de esperanza y dignidad.
La mejor de las herencias posibles,el recuerdo dulce y reparador de un padre ejemplar. Ellos vieron horrores que no han querido compartir con nosotros por no hacernos la vida peor de lo que ya es.Fueron doblemente héroes.
Saludos.
Saludos cordiales Joaquín, efectivamente siempre buscaron que no sufriéramos tanto dolor como ellos.