6 febrero 2025

‘El Terrer’ de Paterna

Lo que somos "Primero torturados, después fusilados". Paredón del cementerio de Paterna (Valencia), año 2017

“Tú, querida esposa, sabes bien cuan inocente soy de los hechos que se me acusan. Sabes que muero asesinado por la maldad de unos individuos. Sabéis quienes son los causantes de mi muerte. Pues solo os pido que si algún día podéis aclarar la verdad los perdonéis, como yo los perdono. La compasión que les tengo me impide que los maldiga. No tengáis rencor porque son unos desgraciados, que no saben lo que se hacen, porque de saberlo no hubieran contribuido en mi asesinato. (…) Voy cara a la muerte poco a poco, sereno, con la conciencia muy tranquila y la cabeza bien levantada pues el único delito que he cometido ha sido el pensar en una sociedad más justa y equitativa que la presente. Moriré mirándoles la cara a mis asesinos con la convicción absoluta de que no tardaran mucho tiempo en reconocer que es un crimen lo que conmigo han cometido”.

Vicente Gómez (Fusilado en Paterna)

«(…) En aquel 1941 lo quintos ya habían dejado de fusilar en el paredón del cementerio de Paterna, era duro ver como caían desmayados aquellos chavales que estaban en el ejército no por convicciones políticas sino por que les tocaba hacer el servicio militar, muchos se comieron una guerra como me pasó a mi, a la fuerza, hasta teniendo ideas contrarias a los sediciosos, pero verse allí ante aquel paredón, con la fila de cientos, de miles de personas que hacían cola para ser fusiladas, como quien guardaba turno para un partido de fútbol o una corrida de toros, la cola de la Cartilla de Racionamiento quizá? Pero no, aquello iba en serio, la gente llegaba detenida con las manos amarradas a la espalda, custodiada por falangistas y militares, viendo como iban fusilando a los que iban delante, observando todo el ceremonial siniestro de un fusilamiento, la verborrea de los curas tratando de captar almas del infierno en el último instante, rostros que parecían envejecer millones de años en minutos, llantos, gritos, intentos de evasión que eran respondidos con ráfagas de ametralladora y cuerpos acribillados en el suelo. En un momento dado tuvieron que dar paso a la Guardia Civil, lo de los quintos no funcionaba, los de la Benemerita enseguida se prestaron, entonces los fusilamientos eran más rápidos, no había que cargar armas, solo ¡Apunten Fuego! Con las versátiles metralletas, miles seguían cayendo, el paredón parecía un queso agujereado por millones de balas que asesinaron a más de 2.238 personas inocentes, ‘El Terrer’ de Paterna, donde hubo ejecuciones hasta 1956, «El Paredón de España…»

Testimonio de Aureli Aparici, maestro, poeta y militar del bando nacional entre los años 1938-1942.

Entrevista realizada por Francisco González Tejera, el 12 de marzo de 2003, en la Universidad Popular de La Isleta, Las Palmas GC.

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