«Lo aplastan, lo rompen, lo destrozan, la sangre corre por toda la casa, nos mancha la ropa, las sábanas, el niñito no para de llorar…»
Diego González García
Cuando escribí “El viento” como le suelo llamar, mi padre estaba pasando la peor situación de salud, la demencia le había hecho perder gran parte de su memoria y solo recordaba increíblemente hasta el último detalle los años donde los falangistas asesinaron en Tamaraceite a su hermano de cuatro meses Braulio González García, para unos meses más tarde fusilar a su padre, mi abuelo Francisco González Santana.
Fue un peregrinar de salas de Urgencias de madrugada, clínicas concertadas, médicos sin vergüenza presionando todo el tiempo para liberar la cama de un hombre en gravísimo estado físico y mental que mi madre, también enferma y yo destrozado por la situación no podíamos tener en casa con unas condiciones dignas de salubridad.
Aquella situación dramática condicionó la redacción de este nuevo hijo literario publicado en octubre de 2019, justo el día del primer aniversario de la muerte de Diego González García, mi padre, prologado por el amigo incondicional y poeta insurgente Teodoro Santana.
Todavía no se de donde saqué las fuerzas para escribirlo entre cambios de pañales, noches en vela y tristeza, mucha tristeza, de ver como el sistema abandonaba a un hombre que había trabajado toda su vida y que además había sufrido el horror del franquismo.
Así es la vida, no sé cómo pero de alguna forma nos viene esa energía de la justicia y la resistencia para construir cada historia al amparo del amor por los seres queridos y por tantas personas de bien masacradas por defender una sociedad mejor.
Más historias
También la vida
80 años de la liberación de Auschwitz, el mayor campo de exterminio nazi
Godismos